Planes es un proyecto musical que acuña en su sobre nombre (Estudios Universales) una descripción adecuada para su sonido y las búsquedas de sus miembros. A la cabeza de Pablo Escallón, el grupo liberó en febrero de este año el disco Las Américas, consolidando así su estatus de buzz band, mismo que con constancia se han encargado de ratificar haciendo presencia en varios de los festivales más llamativos de Colombia.
Como siempre, hemos de contarles como llegaron sus canciones a nuestros oídos, y la sorpresa no es mucha en realidad. Desde su salida al ruedo con
una serie de demos bastante nombrados en medios nacionales, no nos atrevíamos a darle play hasta que los vimos firmes con el lanzamiento del single
Cosas Importantes, ese mismo que vino acompañado de
un clip distorsionado y evocador. Las descripciones del sonido de la banda viraban por esos meses hacía el new wave; esos ánimos de etiquetar que nunca faltan, se quedan cortos al descubrir las pistas contenidas en
Las Américas.
¡Y ahora a la música! Desde el primer instante del disco con la instrumental Las Américas, hasta el cierre melódico con Fue Siempre lo Mismo, esta placa parece aferrarse a la idea de su portada, siendo amplio, generoso y vertiginoso pero apacible a la vez. Pets, una de las destacadas, es descrita como una champeta sideral fundada en el estilo de chicos de montaña. La canción tiene un ritmo que se debate entre lo tropical y lo andino, siendo su letra tan precisa e insinuante la que permite aferrarse a la tierra cuando las sugerencias son de despegar, una invitación a ver el amor como un campo de batalla en el que tal vez ninguna de las partes sobreviva: “Tal vez pasará que tengamos suerte y sólo uno sangrará, vamos a la guerra…”.
El peculiar modo de cantar de Escallón sobresale al instante, pero eso es lo de menos cuando entona canciones con tantos devenires como Cosas Importantes y mi favorita, la dinámica y explosiva Romero y Juliet. Acá la también particular forma de escribir propone una historia de amor imposible entre frases que parecen extraídas de un canto infantil: “Quiero una mujer de la capital, que no sepa coser y no sepa bordar”.
Este disco transcurre entre locuciones que se cortan furtivamente para dejar mensajes concisos, como en Santa Marta, donde la cuestión gira en torno al desarraigo: “¿Cómo hace la gente para salir de su corriente, para no ver atrás nunca jamás?”. Otro tema recurrente es el abandono del trabajo, como en la escapista Barco de Río, que se despide con una secuencia electrónica abrumadora, o en Fue Siempre lo Mismo que navega entre los ires y venires, entre las penas y los desencuentros de los cuales también se alimentan otras canciones del disco.
Sin embargo, no todo brilla con igual intensidad en Las Américas. Hacía la segunda parte del disco podemos enumerar varias pistas que corren el riesgo de pasar desapercibidas, como la carta Lola, la juguetona Vecindad o ese guiño a Sigur Rós en Doctor. Aunque al final termina por apremiar el sentido de conjunto. Esta última marejada por ejemplo, da paso a un delirante momento instrumental llamado Trololó, y esconde una de las letras más honestas del disco, otra carta emotiva en Julia, un paseo rítmico guiado por la guitarra y la añoranza.
Aún cuando Planes tiene mucho por recorrer y demostrar, su norte siempre estará en la universalidad de su sonido. La voz y la guitarra de Escallón en momentos lo acerca al cantautor folclórico latinoamericano, pero el acompañamiento electrónico de muchas canciones en Las Américas lo ubica en un plano más atemporal y multi-espacial, pasando por el modernismo del indie rock, hasta la nostalgia ochentera, todo surfeado con mucha gracia y una crudeza emocional que nos lleva a navegar este mar (o río) con soltura; puestos los remos, el papel de navegantes resulta obvio después de identificarse con esta placa.
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