Hace unas semanas nos encontramos con Celine Reymond, la mente maestra detrás de Kali Mutsa, y con Imaabs, su compañero de ruta, en la Plaza del Parque de los Periodistas, cerca a los cerros del centro de Bogotá. Nos esperaba una charla amena y una sesión de fotos descubriendo los alrededores del Museo del Oro y las ventas callejeras de la Séptima. Con mango en mano, Kali comenzó su relato incluso antes de que lanzáramos la primera pregunta explicándonos como se dio la vinculación de Imaabs al proyecto y como acopla sus nuevas canciones con el repertorio que le conocemos desde el 2011. El resto, hace parte de la magia de descubrir a un personaje elocuente y lleno de referencias que te atrapa con cada relato y cada ocurrencia.
Kali: Quería hacer algo más propio, que tuviera más atmósferas. Él hizo una cohesión del show para que tuviera todo un sentido y fuera más dinámico, con sampleos, beats y sonidos distintos.
A canciones como Tunupa, Canción de amor Colla, les hemos hecho arreglos para que tengan que ver con las nuevas. Yo sigo en mi búsqueda no sé si algún día voy a encontrar mi sonido o si me interesa encontrar un sonido en particular, pero sí me interesa explorar po’, igual que a Cristóbal que también sigue en esa búsqueda como Imaabs.
Recién hicimos un EP de 4 temas, aún sin editar. Es algo muy distinto a Kali Mutsa que se parece más a un reggaetón oscuro, con coros polifónicos y mucha atmósfera. Va a estar muy bonito.
¿Cómo surgió entonces este nuevo disco?
El cine es una referencia muy grande para hacer música. En Mesmer me basé mucho en el cine de los años 50 de Busby Berkeley, Carmen Miranda y las grandes orquestas que tenían un imaginario de lo que era lo exótico. Además, yo quería que el disco tuviera una cosa medio trance, porque se trataba de Mesmer, el padre del mesmerismo, del hipnotismo, de las primeras investigaciones sobre el papel del alma en las enfermedades físicas.
Además, recién en este disco pude hacer canciones de amor, eso nunca me había resultado. El Ojo Interno la hice con la María Magdalena, y esa es una canción de amor, y a mí nunca me había salido una canción de amor, porque siempre me resultaba más hablar de otra gente, o de divinidades, de situaciones o de historia.
¿Cómo nació el personaje de Kali Mutsa?
Mi abuelo es palestino. Yo bailé seis años la danza del vientre, mi nombre de bailarina era Kali Sara, porque me identificaba más con ese lado de la danza. Sin embargo, yo quería tener un nombre más agitanado, más que puramente egipcio o árabe, y de ahí salieron las ganas. Como amaba tanto la música gitana y la música árabe, surgió la idea de crear mi propia versión de este tipo de música, entonces inventé a Kali Mutsa. Quería crear un personaje que fuera cinematográfico, como si hubiese sido una diva que hizo películas en los años 40 y 50 en Chile, en lo que fue el boom del cine Nortino, que nunca existió, me imaginaba que hubiera sido muy bonito que con el auge de las salitreras hubiese existido un productor que hiciera unos estudios, una especie de Hollywood en el desierto, y que hubiera tomado temas sobre las leyendas Aymara para hacer películas, y de eso se trataba.
Y tú lo hiciste canción…
Fuera de Chile, digamos en Colombia, México, tenemos un imaginario de lo qué "es el pop chileno". Artistas como Gepe, Javiera Mena, Fakuta… pero el personaje de Kali Mutsa está en una especie de periferia ¿Cómo te encuentras tú dentro de este movimiento?
¡No estoy!
¿Y cómo convives con eso?
¿Así como con respecto al ego? Lo que pasa es que hacemos música muy distinta. El pop chileno es muy característico de Chile, como le escuché decir a Alex Anwandter que es más introspectivo, más invernal, estamos cerca del polo, ¿cachai?
Son otros beats, son otros ritmos, otras historias, no me hallo mucho ahí. Mis shows siempre son muy elaborados, por todo lo de la performance, porque soy actriz. En eso me siento muy cercana a la Lido porque ella tiene el arte visual y musical unido; y aparte tengo lo del espectáculo, ser un personaje, entonces mis shows buscan ser una experiencia más atmosférica, como cuando uno iba a un cabaret antiguo (el Chile antiguo me interesa explorarlo porque lo encuentro más interesante que el Chile de hoy ¿cachai?). Y en eso creo que nos diferenciamos con los otros chiquillos, porque yo soy como una vieja, del pasado, loca y no hablo mucho de mí, de lo que me pasa, de mis sentimientos, me gusta más hablar de historias o de personajes.
En este disco, por ejemplo, en el fondo son puros personajes cantando. Hablamos de la religión, de la banalidad de la maldad en las señoras de los dictadores, hablamos de la supremacía del inglés en Chile, que los artistas y la gente cool habla en spanglish y eso a mí me parece ridículo. Quizá por eso, porque no son tan cercanas las canciones las personas no las pescan tanto. A la gente que le gusta el show, el espectáculo, los colores y todo eso, yo le gusto, pero la gente que le gusta la música pop no va a enganchar tanto, me imagino. Pero desde que estoy en la escena soy algo distinto dentro de la música chilena.
¿No sé si se podría catalogar como música chilena o como música, música no más?
Yo apelo a la imaginación, al surrealismo, siento que estoy un poco desfasa’, ese es mi rollo, no me hace llorar ni nada, porque me dan ganas de seguir investigando y experimentando en eso, porque hay muchas aristas ¿cachai?, está la dirección de arte, el arte visual, todo lo que complementa esto, yo no lo veo así como: “sí, quiero llegar a las radios”, porque mi música no está hecha pa’ las radios, mi voz es rara, no es una voz pop, no es una voz súper afinada, es una voz nasal rara y hay gente que le carga, que la oye y dice qué es ese cordero berreando, partiendo de eso es un placer mío, hacer música por el placer de hacerlo. Trabajar con Imaabs es un desafío porque él es seco y yo soy una troglodita en la cuestión, y él me ha enseñado mucho y es rico investigar en los sonidos, más que en los géneros, como ir metiéndose en los sonidos y ahí está toda la música.
Las mujeres que presentas en tus canciones siempre han sido mujeres poderosas, madres, emperatrices, ¿Cómo ha surgido ese discurso femenino, y cómo ves el discurso femenino en la música popular?
Nosotros venimos de un país en donde a las mujeres nos matan. Hay una alta tasa de femicidios. Hace poquito a una mujer, su marido le quebró la mandíbula, le sacó los dos ojos, y la dejó en el suelo, en la calle, desnuda, y ahora ella quiere volver con él. ¿Cómo no voy a cantar sobre emperatrices y mujeres maravillosas si eso es lo que me encanta de mi género? Todos tenemos divinidad dentro, esa magia que tiene la naturaleza y el universo también la tenemos nosotros, y como mujer, encuentro que somos satánicas en el mejor sentido de la palabra, a nosotras desde tiempos inmemoriales nos queman porque nos tienen miedo ¿cachai?
La Casa es Negra, por ejemplo, está inspirada en un documental que hizo Forough Farokhzad, una poetisa iraní, sobre una casa de leprosos en Teherán en los años sesenta, lo hizo 4 años antes de morir. Pero la historia de la canción se trata de la reina Zenobia que era la reina de Palmira en Siria, quien supuestamente vuelve a la vida para proteger su ciudad. Y pasó que el año pasado un antropólogo llamado Haleb Al Assad, que era el guardián del sitio histórico de Palmira, un sitio gigante, se enfrentó al estado islámico que vino a destruir este lugar que era lo más herético posible, ósea, gobernado por una mujer y lleno de ídolos, politeísta. Y este hombre que era un viejito con anteojos grandes llenó su auto con tesoros antiguos y le dijo a su hijo: “puta, ándate en el auto, porque yo igual no me quiero morir de viejo”, y esperó al estado islámico y le cortaron la cabeza; y justo yo había hecho esta canción sobre la reina Zenobia, y él fue el guardián de la reina de Palmira en el fondo, porque no pudieron destruir la ciudad, después que le cortaron la cabeza llegó el ejército sirio y fue la primera batalla por territorio del estado islámico. Iban a dejar la cagá como siempre la dejan pero no pudieron lograrlo y ahí hay algo mágico, ahí está el espíritu de Zenobia diciendo: “que no me vayan a destruir mi ciudad pequeño hombre”.
La Casa es Negra, por ejemplo, está inspirada en un documental que hizo Forough Farokhzad, una poetisa iraní, sobre una casa de leprosos en Teherán en los años sesenta, lo hizo 4 años antes de morir. Pero la historia de la canción se trata de la reina Zenobia que era la reina de Palmira en Siria, quien supuestamente vuelve a la vida para proteger su ciudad. Y pasó que el año pasado un antropólogo llamado Haleb Al Assad, que era el guardián del sitio histórico de Palmira, un sitio gigante, se enfrentó al estado islámico que vino a destruir este lugar que era lo más herético posible, ósea, gobernado por una mujer y lleno de ídolos, politeísta. Y este hombre que era un viejito con anteojos grandes llenó su auto con tesoros antiguos y le dijo a su hijo: “puta, ándate en el auto, porque yo igual no me quiero morir de viejo”, y esperó al estado islámico y le cortaron la cabeza; y justo yo había hecho esta canción sobre la reina Zenobia, y él fue el guardián de la reina de Palmira en el fondo, porque no pudieron destruir la ciudad, después que le cortaron la cabeza llegó el ejército sirio y fue la primera batalla por territorio del estado islámico. Iban a dejar la cagá como siempre la dejan pero no pudieron lograrlo y ahí hay algo mágico, ahí está el espíritu de Zenobia diciendo: “que no me vayan a destruir mi ciudad pequeño hombre”.
Nos comentabas que en este último EP te arriesgaste a hacer canciones de amor, ¿Cómo llegaste a plasmar el amor en canciones como Erotomaniac y El Ojo Interno?
Todo comenzó con dos loops que yo hice, se los mostré a Erasmo y empezamos a trabajar. Yo cuando chica era erotomaníaca, venía de un colegio católico y es fácil serlo cuando provienes de ahí, uno se llena de amores platónicos que uno piensa que le hablan con códigos cifrados que nadie más puede entender, y mi primer amor fue la primera gran tragedia de mi vida. Yo cambié completamente cuando tuve mi primer novio. Yo pensaba que me iba a casar con él y tenía todo listo y él estaba en secundaria porque había repetido, era un boludo, imposible que llegara a ser el papá de mis hijos o que fuera a trabajar, yo me acostaba en la cama a dormir y cuando me acordaba de él, me latía el corazón tan fuerte que la cama temblaba, y Chile es un país de temblores, yo pensaba que estaba temblando y era mi corazón ¿cachai? Así que Erotomaniac es una canción súper personal.
Según mi psiquiatra mis emociones son demasiado fuertes, la emocionalidad la tengo demasiado disparada, amo con toda, odio con toda, si me angustio me puedo tirar de ese cerro, no soy bipolar (aclara) soy intensa emocionalmente. Erotomaniac se trata de eso, de alguien que ama ciegamente a otra, y que le dice que las tormentas van a respetar el camino que su amado le deja, y que nos cuida la luna, puro amor y toda la poesía que uno se imagina, y la otra persona no tiene ni idea. Pero uno puede vivir con eso porque si uno es idealista, la ilusión es mucho más fuerte casi que el amor cuando se concreta, yo puedo vivir de un amor ilusorio y ser muy feliz, es extraño.
Mi novio siempre me dice: “pucha ya, de nuevo otro amor platónico” y se preocupa - “no, ¡que él no sea tu amor platónico! ¡por favor!" porque me ve así en Internet buscando y me dice: “que estái haciendo?" -“No nada”, “¡pucha! otro amor platónico, por la chucha, ¿yo no puedo ser tu amor platónico?” - "Pero es que tú eres real, tú existes."
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