RE-visitar / RE-scatar / RE-comendar / Hoy nos vamos a remontar a los origines de este medio. Al momento exacto en el que los pop advancers marcaban los estándares de lo que luego juzgaríamos como gustos adquiridos.
En el ocaso de la década de los 2000s apareció en la escena el disco homónimo de la chilena Valentina Fel, con un acercamiento poco ortodoxo a la canción popular. Incluso antes de que el PC music se pusiera de moda, esta chilena ya lo estaba exprimiendo con sus letras crudas e irreverentes, en una especie de hip-trónica urgente y estridente, cual presagio de un mundo distópico.
Lamentablemente las exploraciones de Fel no superaron la edición de este disco, y cómo tantos genios fugaces, supo brillar para unos cuántos en su momento, dejando una estela que al día de hoy sigue iluminando nuestra colección de hits infravalorados.
En una especie de justicia poética, rescatamos cinco canciones del repertorio de la corta pero interesante producción musical de Valentina Fel.
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Sin Control mi diversión:
"Nadie que me escuche dice nada. El vacío se concluye, sin control...". Un presagio, una alarma temprana de los alcances y los riesgos del Internet. El espanglish que reina en la composición tiende a encriptar algunos mensajes, pero la esencia está ahí. Sin control mi diversión es extremadamente divertida, armada bajo la estructura de un hit popular con sintetizadores inolvidables y ganchos ineludibles en cada giro, ese "Maquinamenin tu matrix, tu matrix" mantiene la misma fuerza de la primera escucha, esa sorpresa momentánea, ese gusto temprano, ese hit absoluto.
Acapulco:
El discurso apocalíptico llega a su punto más alto en Acapulco, una pista cortísima y certera que encuentra su leitmotiv en una frase que escuchamos casi al cierre: "El pánico es su ritmo". Sin tiempo para respiros, esta canción recoge la crudeza, el mensaje directo a los oídos del oyente. Sin puntos medios, la mezcla se mantiene siempre arriba obligando nuestra reacción, unos pasos de baile y algunas frases que van calando por su fuerte carga política.
Circo podrido:
Esta canción arranca con una improvisación en balbuceos, como quien maqueta la sólida composición que vendrá. Un coro firme se desvanece en los mismos balbuceos de la introducción, pero no hay que dejarse engañar, los mensajes aquí son más claros y personales, ya no se trata sólo del mundo retorcido que estas canciones retratan con fidelidad, sino también de los efectos nocivos del caos en el ego de la artista.
Lo que me ataca:
El hit definitivo, la canción más upbeat del conjunto y un verdadero himno de resiliencia. Lo que me ataca es el momento más pop y luminoso de las composiciones de Fel. "No dejaré que ese verbo maltrate" brilla como el emblema de esta canción cuyo único objetivo es convertirse en un polo a tierra, entre el caos y la violencia que nos saca del eje. Lo que en principio podría parecer una búsqueda naïve, con las escuchas cobra cada vez más relevancia gracias a una mezcla que se mantiene siempre vívida y que nos invita a despejar la mente improvisando pasos de baile. El momento en el que la letra, la música y el cuerpo se fusionan es cuando todo cobra sentido.
Chicos listos juegan raro:
Esta canción no pertenece al disco de Valentina, sino que
fue su carta de presentación en el proyecto Efectos Espaciales (2008) del
también chileno Pol del Sur. Un disco que contó con las participaciones de
Jorge González, Javiera Mena y Pedropiedra. Aquí evidenciábamos los intereses y
los temas que luego alimentarían el debut de Fel, y su capacidad para llevarnos
de viaje con sus rimas ocurrentes y sus juegos rítmicos. Es un reto escuchar
esta canción sin prendarse de su magnetismo: "Emerger, flotar, ceder"
se ha convertido en nuestra instrucción favorita y en una máxima para los tiempos que corren.
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Si quieren alguna de las canciones en formato emepetres, escríbannos al correo contactoelamarillo@gmail.com /// No tenemos las versiones del disco, solo algunas pistas sueltas que hemos rescatado de la Internet. Si tienen más data sobre el paradero de Valentina, no duden en pasar la voz.