Una década atrás, Christina Rosenvinge construiría la llamada Trilogía Neoyorquina, el conjunto de discos que da testimonio de un viaje personal en medio de una odisea continental. La oscuridad, principal atributo de estas canciones, sería también la atmósfera propicia para devolverle la libertad, marginándose del circuito comercial al que perteneció desde muy joven y recibiendo a cambio el título de artista de culto, y a su pesar, el apelativo de musa.
Este 2015, Lo Nuestro parece consagrar una nueva trinidad. Junto a Tu Labio Superior (2009) y La Joven Dolores (2011), Christina ha vuelto a tejer un narración que bien podría denominarse una trilogía de la mujer, sin pecar de obviedad. El pozo de las canciones editadas en los últimos años es un exhaustivo examen a la figura femenina en distintas perspectivas. Entre realidad y fantasía confluyen las mujeres de la literatura, desde la Biblia hasta la mitología griega, las mujeres en la familia: madre, hija, hermana y esposa, quienes lucen el amor y sus formas: a veces abnegadas, a veces huidizas, la mujer entregada, la mujer infiel. Y en este último álbum, con más fuerza, brillan relatos sobre la mujer en la sociedad. Lo colectivo, Lo nuestro, como el prisma bajo el que Christina revisa conceptos históricos, hasta los que engañosamente han parecido íntimos, como la sexualidad o el amor, y entrega un álbum abierto a múltiples lecturas.
El canto de La Tejedora anuncia el caos, una tormenta de arena se levanta dejando atrás la calma que despedía el disco anterior, los susurros de Christina son ahora gritos. Inspirada en Maman, la imponente escultura arácnida de Louise Bourgeois, La tejedora perpetúa esta metáfora y homenaje a la madre, una construcción social en movimiento. “Además de mujer, eres hombre”, una oración queda haciendo eco entre la voz desgarrada de Christina convertida en un animal herido.
Plagada de referentes culturales, cada letra suya es siempre una lección de Historia, y si La Tejedora ha permitido que la misma Christina sea anfitriona de una retrospectiva sobre la obra de Bourgeois en España, la segunda canción de Lo Nuestro hace parte de un homenaje al inventor Nikola Tesla, en la ciudad de México. El sino colectivo que se posa sobre el álbum empieza a cobrar fuerza. Abierta en su significado, Pobre Nicolás orbita entorno al genio y su mito, la convicción de Tesla en conseguir que la energía eléctrica pudiese fluir sin conductores, libre y gratuita, le costaría la cordura. "Tu madre tejió el rayo en tu piel, dijo: tú verás lo que haces con él", de nuevo la figura materna, el hilo que enmaraña, una misión vital y la conciencia de lo colectivo. Mientras Christina indaga, se reconoce a través de estos personajes, refleja su propia excentricidad.
Historias anónimas se narran en Lo que te falta y Segundo Acto. En ellas, la mirada omnipresente de una mujer sigue las sórdidas intenciones de dos hombres. La primera canción, conduce a la noche en una ciudad, un puente donde se pacta un encuentro entre desconocidos. En una historia de cruising gay o un moderno cuento de terror, Christina adorna su guitarra de textura electrónica para advertir la moraleja: "Lo que posees, te posee a ti". Segundo acto relata un cuento aun más antiguo, el del lobo con piel de oveja, un hombre, padre y esposo que lleva una doble vida. Lo oculto saldrá siempre a la luz, y aquí no hace falta describirlo para entender el horror.
En medio de la oscuridad, la ronda infantil en el corazón del disco parece contrariar, pero que no engañe, Alguien tendrá la culpa es una crítica afilada a la vida contemporánea. Así, como cosa de niños, frente a cada mal que aqueja a la sociedad, la culpa pasará de unos a otros. La sencillez de la canción es una invitación de Christina a que otros hagan sus propios versos, señalen el problema y respiren aliviados pues no es suyo el deber de solucionarlo. Y el coro de niños no es casualidad, Christina, como una abnegada maestra les enseña una importante lección, "que no miren mucho al cielo, el dinero cae siempre al suelo".
Como un alto en el camino, Romeo y los demás convida a la introspección. La mujer observadora cumple una cita con su pasado y enuncia a cada hombre amado. Como personajes literarios, ellos acuden a su memoria, un valiente pescador, el prodigioso arquitecto, un escurridizo Romeo y hasta la sombra de su padre. "A todos los amé, con todos hubo algún castigo, a unos los perdí, a muerte a otros los sigo", Christina toca las cicatrices de cada historia, vuelve a las heridas y repasa su propia vida para construir un himno al amor, tan fácil de reconocer como propio.
Y si no ha sido suficiente, dentro de Lo nuestro reluce, con el brillo de los cuchillos, la canción que apunta a ser la mejor del año. Toda la fuerza se agolpa en La muy puta, un poema musicalizado. "Qué bien se conserva, murmuran al pasar", la introducción advierte el carácter autobiográfico de la canción, un intenso juego de palabras donde Christina mira de frente a la muerte y la esquiva, conjura la belleza y la vejez, el amor y la soledad, y con cinismo enumera los juicios a su carrera, ¿estrella del pop o poeta maldita? Ambas, pues ya se ha dicho, Christina es a su vez todas las mujeres. Desde ex-parejas hasta críticos musicales, todos asisten a la obra donde Christina anuncia su inmortalidad. Una cita con un amante a la que llegó tarde, sirvió a Christina para escribir esta historia gótica, con mariposas y ataúdes, que exige mil y una escuchas para descifrarse, pero solo una para cautivar.
Otras canciones, Balada obscena o Liquen, se desenredan con el tiempo, van creciendo para consagrar un álbum fascinante, como sus antecesores, como la carrera misma de Christina Rosenvinge, donde literatura y música se funden en un género propio, y las historias mas personales se resignifican y universalizan, allí donde la voz mas delicada puede originar grandes eventos, pues ya señalaría la teoría del caos, "el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo".
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