Guillermo Farré es un treintañero reluciente, recientemente estrenado en el arte de ser padre. Además, es el creador de
Wild Honey, un proyecto musical por al cual siempre hemos profesado una fe ciega. Comenzando con su excelente disco debut en inglés
Epic Handshakes and a bear hug de 2009, pasando por el enigmático
Big Flash de 2013, su serie imperdible de singles sueltos y sus EPs
Dear Cindy, y
Medalla de plata, todos descubiertos por su servidor con el ánimo de un niño explorador ávido de paisajes sonoros en los cuales perderse por horas.
Cuando describimos la música del español es imposible eludir su carácter visual. Las imágenes que nos dan sus canciones son tan claras y fantásticas que fácilmente nos pueden ubicar en una pintura de Edward Hopper. En esta ocasión, la ilustración primeriza, la portada del viaje que vamos a emprender corre por cuenta de Pablo Serret de Ena, quien se asegura de plasmar las visiones exuberantes y el pop barroco que habita este disco.
"Ritmos fluorescentes de omnichord" es la frase que inaugura Torres Blancas, una introducción acorde con el imaginario y el sonido que presenta el disco, y que se irá desarrollando con más claridad a lo largo de este cancionero fresco. El nombre del álbum corresponde a un edificio emblemático de Madrid por el cual Farré pasaba todos los días sin dimensionar la belleza innata en su estructura, propia de la corriente de la arquitectura brutalista. Como esta, a lo largo del disco encontramos varias referencias a una geografía familiar para el compositor, lugares que siempre estuvieron ahí pero que apenas ahora reciben la atención que se merecen, atendiendo esa inevitable época en la que debemos detenernos sólo para contemplar nuestro alrededor y descubrir la belleza que yace en los lugares habituales, en lo cotidiano.
Ese precisamente es el leitmotiv de Torres Blancas. En él, Guilermo Farré es consiente del paso del tiempo, ya no corre, no desea escapar de su entorno, ahora se detiene a contemplar los espacios de la ciudad, a encontrar belleza en los pequeños detalles, a describirlos con canciones, regalándonos instantáneas sonoras de su visión del mundo, y no es sorpresa para nosotros, estas postales son preciosas.
Los antecedentes de este álbum son fácilmente rastreables en sus dos últimos EPs. El primero, un ejercicio de composición a partir de la fotografía conceptual de Cindy Sherman, y el segundo, su ejercicio de composición en castellano, el cual sirvió de punto de quiebre y motivación para comenzar a plasmar ideas en su propio idioma.
Para imprimir estas visiones “desenfocadas” y “quemadas por el sol”, Farré recurrió a los arreglos de cuerdas de Sean O’Hagan (The High Llamas, Stereolab), los cuales elevan estas canciones al estatus de verdaderos pasajes cinematográficos. El denominado genio de lo-fi pop Frank Maston comparte créditos en producción con Farré a lo largo de estas 10 canciones que redondean las innegables y portentosas influencias del español, quien muchas veces describe su música como “Os Mutantes versionando a The Carpenters”.
Como un zar del copiar y pegar, y lograr nuevos significados, Farré construye las letras del disco como collages de sus recuerdos y anhelos, líneas que recordamos al instante y que presagian futuras escuchas del material, extendiendo así su alcance a lo largo del tiempo. En Desenfocada por ejemplo, ofrece un gancho ineludible en su título que referencia fotografías de un personaje que tuvo años de letargo y estancamiento creativo, todo tejido con detalles destellantes, con arreglos preciosos que nos despejan y nos vuelven a anclar a la experiencia: “Entras en plano medio descalza / Tu propia historia fragmentada / Ciencia ficción que nadie publicaba”.
Horóscopo, el punto cumbre del disco se eleva como una canción pop en forma con esa estructura infalible que nos garantiza recordación y placer, magistralmente logrado con la repetición de una pregunta que enciende el misterio o la duda, esas ansias de conocer nuestro destino mientras nos aferramos al pasado: “¿Qué dice el horóscopo / de la semana? Todas esas fotos / Que no recordabas”.
Torres Blancas cierra con un pequeño manifiesto que condensa y concluye la experiencia en Siguiendo a desconocidos, aquí Farré resume sus descripciones espaciales, sus referencias musicales, sus deseos y la intención de sentido global que envuelve el disco, el cual logra convertirse en la mejor colección de canciones que el español haya compilado hasta la fecha. Una marca personal y una fuente inagotable de buenos momentos para el oyente afín a la contemplación de paisajes sonoros exuberantes que parecen provenir de otro tiempo, pero que hayan su fundamento en esta era, magia que reside en seguir a extraños por calles familiares, en viajes por carreteras veraniegas o simplemente en acomodarnos en nuestro sillón favorito para descubrir los detalles de nuestro living que antes eran imperceptibles.
“El sonido de los edificios
Manifiestos sobre música disco
Voy siguiendo a desconocidos
Todo parece tener sentido”.
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