Los Meridian Brothers han estado en el radar desde antes que ocurriera el descomunal derrumbe de Myspace, momento en el cual era un proyecto electrónico-tropical de pocas pretensiones y mucha garra experimental. A punto estuvimos de bajar su música cuando esta era mucho más fácil de conseguir, es decir, antes de que Megaupload cayera. Sin embargo la más reciente placa de este proyecto, ahora consolidado como banda, recurre a las estrategias de la melancolía bailable, la salsa lo fi, y porque no, de una “repelencia” descomunal, que valga decirlo, los libera de todo prejuicio al momento de abordar una placa tan bizarra y segura como lo es Desesperanza.
El primer avistamiento de este disco es una cadenciosa guaracha con raíces en el espacio exterior. La misma canción encuentra en el cierre del disco lo que se conoce como la versión rebajada: la misma nota un poco más psicodélica, igual de atractiva y descabellada. No hay en este disco una canción que otorgue espacio al oyente para la duda, lo que tienes es lo que hay: canciones seguras de su formación, su duración y del eje temático sobre el cual gira el concepto del material, no es otro que la salsa zombie, extraterrestre y repelente.
En la misma tónica de proyectos como los consolidados Ondatrópica, Los Míticos del Ritmo y de los más under, Las Pirañas, Meridian Brothers engrosa la lista de bandas que enaltecen el carácter dicharachero y cadencioso de la música colombiana, quizá su mayor aporte al conjunto es su humor irreverente y su intensa imaginativa. Como esa que recubre la imperdible La Gitana Me Ha Dejado, en la que una narración introduce una canción con clave ineludible y sintes estratosféricos; mientras bailamos, acudimos a la venganza por la pena de un compatriota de la tierra de los hombre que no tienen pantalón, y si hay algo más irracional que esto, pues que nos sirvan otro plato. Mientras, estas historias y estas ideas ganan eco en varias pistas del disco, completando así su coherencia envidiable.
En Desesperanza no hay una canción menor en duración a los 4 minutos, y aunque no supera las 9 canciones, no da tiempo a los reparos. Esta placa sirve igual para escuchar en la casa acompañando las labores cotidianas, o en un “trip” bailable en una fiesta con la banda en vivo; seguro este conjunto irreverente sabe acercar su instrumentación singular a los pasos de baile más aplomados del salsero más acérrimo, sino, del más de-generado bailador y melómano.
Desesperanza (Soundway)
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