Al quinteto español Extraperlo lo conocíamos por varias referencias. Primero, esa extrañísima pieza de pop tropical Las Palmeras del Amor que sin proponérselo se convirtió en fuente indispensable de melodías en el 2009. Luego, El Guincho se encargó de presentarnos a su voz líder, Borja Rosal, en los recitales que daba en la era Pop Negro. Este mismo se encargó de producir el segundo disco del grupo, Delirio Especifico (Canada, 2012), el cual exploramos tímidamente ese año, eso sí, rescatando una pieza irresistible como lo es Modelos Blandos.
Chill Aquí, salió a principios de año, y aunque anticipamos su lanzamiento hemos de admitir que su encanto no fue inmediato (suele pasar), siendo eclipsado por otros lanzamientos del primer semestre que parecían tener más carne de donde roer. La cosa cambió gracias al segundo single del disco, la homónima Chill Aquí, una colorida producción de su sello que los volvió a poner en nuestro radar. Una cosa lleva a la otra y gracias a las recomendaciones de Youtube regresamos al primer corte de difusión del disco (y a su anodino -a posta- vídeo), Algo Distinto, una segunda escucha reveladora que sirvió para dejarnos seducir por los detalles de la mezcla y por las intenciones rarunas de Extraperlo.
Algo Distinto es la encargada de abrir el disco que comienza reclamando novedad desde la ventana de la decepción: “Creo que esperaba tanto de esta ciudad / Y ahora estoy decepcionado / con motivo, de manera urgente. / Llévame a algún sitio extraño de esta ciudad. / Todo está tan ordenado…” una declaración de principios que baña Chill Aquí con aires suaves producto de una producción meticulosa pero blandiendo la bandera de la extrañeza. Una extrañeza que radica en la voz siempre disonante de su frontman que nos saca del confort creado por melodías bien elaboradas y en el mejor de los casos inolvidables.
“Se tarda tanto tiempo en querer tanto a alguien / el mismo más o menos se tarda en separarse” canta Rosal en otra de las destacadas del disco, la discotequera e intimista Ritmo Privado, completando así un triángulo perfecto de canciones que combinan algo de metafísica con pura garra terrenal. La Celosa con sus inquietantes rasgueos de guitarra y ese pegajoso “dilo, dilo, dilo” nos hace olvidar que estamos ante un disco de temáticas mundanas (el odio irracional en No me toques por la espalda, o el amor modernillo en ¿Y si fuera mujer?), para sumergirnos en un estado de reposo producto de la mezcla de ingredientes del chill out, el disco, el funk y el lado más elegante de la movida tropical.
Quizá sean los beats que relucen en cada canción, los sinthes, los bajos, o los efectos de las guitarras; lo único que nos queda claro con esta tercera entrega de Extraperlo es que han sabido conjurar su producción sin ceder en su feísmo estético pero tomando riesgos en pos de la coherencia en el sonido, y en favor del oyente que seguro encuentra algo distinto o un detalle cautivador en cada instalación. Un ejercicio radiante que se resume en Lo Nuevo y lo Viejo, una canción a la mitad del disco que se va hilando suavemente y que de pronto sorprende con uno de los mejores y más fugaces solos de guitarra que hayamos escuchado este año, prueba de que la sorpresa puede encontrarse aún en los lugares más cómodos.
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