En nuestro tardío romance con la música de Xenia Rubinos, recientemente nos tomamos con una de sus presentaciones para los lives de KXEP, donde versiona brevemente, entre otras, a El Vestido de Juana Molina, un pequeño interludio en Última, la cuarta canción del repertorio del set con el que Xenia presentaba su primer disco de 2011. Como un salto en el tiempo, Rubinos enlaza la máxima del indispensable Un día de Molina (“Voy a cantar las canciones sin letra, y cada uno podrá imaginar, si hablo de amor o desilusión, banalidades o sobre platón…”), con ésta, una de sus nuevas composiciones.
Cógelo suave basa su encanto y extrañeza justamente en la escaza letra y recursos vocales para acompañar la liviandad del mensaje. En principio creemos enfrentarnos a una seguidilla de balbuceos sin sentido, lo que varias escuchas después se revela como una letra que traduce la esencia de la frase caribeña que da título a la canción. Un inglés camuflado entre una percusión acrobática y un sintetizador juguetón, esta canción es una verdadera invitación a dejarnos llevar por el ritmo y un recordatorio de esa máxima de Juana Molina, nuestra imaginación también es un medio de comunicación y de comprensión.
Ahora que la casa es el mundo, algunas ideas florecen, la introspección parece iluminarlas, mientras en otros rincones las dudas se acumulan como polvo, flotan en un tiempo suspendido. En el amarillo, un doble pensamiento nos visita.
Primero, las canciones y su vocación en este difícil paréntesis: viajamos en ellas, acentuamos las alegrías del nuevo cotidiano, bailamos, imaginamos, espantamos el miedo, o bien, lo transitamos como quien enciende una lámpara en la oscuridad. Después, pensamos en los artistas tras esas canciones.
El indie, que es el corazón de nuestro blog, asume su desamparo: la incertidumbre sobre el avance de los proyectos musicales, su rentabilidad ahora que no hay —y no sabemos cuándo habrá— conciertos, festivales. Escuchar, comprar y compartir las canciones de artistas indie son buenos comienzos.
Presentamos entonces nuestra Mínima esperanza, el vol. 29 de compilados en el amarillo, reuniendo en él 22 canciones en cuarentena, artistas iberoamericanos que se han atrevido a publicar nuevo material en estas semanas de extrañeza. Celebramos las nuevas canciones porque nos mantienen en movimiento, y porque nos dicen que aunque no existan los paraísos, ni los momentos adecuados, sí existe el futuro.
Curaduría ~ Will Balooni y Camilo Castaño
Ilustración ~ Camilo Castaño
Y Yo también miraba, yo adivinaba todo, pues bien, también me iba bien. Todo lo imaginé. Lido Pimienta ~Te quería
Lo oscuro ahora son estrellas, cuando, sé que te alejas. Ya es tarde para irte a buscar, a las tres te iba a buscar. Alodia~ Esas mañanas
I know love is a drug I know money is a drug I know sex can be a drug But I just wanna be touched.
Puede que en Fūjin ama a Raijin se condense el cargamento conceptual de Ahora. Fūjin y Raijin, dioses del viento y el trueno en la mitología japonesa, respectivamente, evocan una irreconciliable dualidad que sólo el amor puede diluir. “Desvaneceré tu necedad de tormentas y entregado en mis sábanas te dormiré y robaré tus tambores, para que no lluevan rayos sobre mí en las mañanas”. Con tanta energía concentrada Luca Bocci nos entrega Ahora, una oda contemporánea al carpe diem de los romanos. Christian Barandica
Paula Trama y Los Besos continúan su entrega de placas cortas y certeras. Si con sus dos primeros lanzamientos intuíamos la apropiación del formato de canción fugaz, con este Helados Verdes se intensifica la tendencia. De hecho, la canción más larga del disco no sobrepasa los tres minutos y medio. Esa titular Helados Verdes, que promete nuevos sabores y colores en el cancionero del grupo argentino, cumple a cabalidad su propósito con estas seis canciones que mantienen viva la atmósfera de la canción romántica, mientras conservan el mismo espíritu punk y poético de las entregas anteriores de la banda. Una gran forma de agrandar un repertorio que hasta el momento se mantiene intachable. Will Balooni
Cada canción de Entre Ríos podría ser una declaración de amor pero en SIN nos enfrentamos a un sentimiento depurado. Como un reflejo de nuestra propia búsqueda, en el álbum no figura un “Te amo” o “Te quiero”, sino más bien un Te prefiero, titulando con ironía no solo una canción sino el espíritu de esta época. Nuestros encuentros huyen cada vez más del compromiso y el patetismo, sentirnos elegidos aquí y ahora es la nueva trascendencia a la que aspirar. Camilo Castaño
Torres Blancas cierra con un pequeño manifiesto que condensa y concluye la experiencia en Siguiendo a desconocidos, aquí Guillermo Farré resume sus descripciones espaciales, sus referencias musicales, sus deseos y la intención de sentido global que envuelve el disco, el cual logra convertirse en la mejor colección de canciones que el español haya compilado hasta la fecha. Una marca personal y una fuente inagotable de buenos momentos para el oyente afín a la contemplación de paisajes sonoros que parecen provenir de otro tiempo, pero que hayan su fundamento en esta era, magia que reside en seguir a extraños por calles familiares, en viajes por carreteras veraniegas o simplemente en acomodarnos en nuestro sillón favorito para descubrir los detalles de nuestro living que antes eran imperceptibles. Will Balooni
Es difícil concebir un buen disco de amor-desamor, el tema da para tantas lecturas e interpretaciones, que la de Tagliapietra puede ser considerada una más de las millones de posibilidades de capturar el amor en canciones. Por suerte (o mala suerte) para nosotros, la tucumana lo hace reinventándose en sonido, pero manteniendo las espinas afiladas, no excediéndose en adornos ni metáforas para darnos justo ahí donde más duele, esta vez mucho más cerca de una pista de baile, lo cual augura salvación y renacer. Will Balooni
A través de diez canciones aventureras y enérgicas Diosque sigue demostrando que es una fuerza creadora incontenible, un incansable explorador y un afilado compositor.
Llanero, en forma, es una grata continuación de la marca alcanzada por su placa anterior. Reside acá el mismo ánimo de comunidad, de inclusión al oyente y al espectador, pero sin perder la independencia, el atrevimiento, el indiscutible punto de partida para seguir explorando, esta vez con una bandera que ondeamos orgullosos: “La poesía no tiene dueño”. Will Balooni
La leyenda de la Luz mala inspira uno de los discos más enigmáticos de Molina, uno que la ve rescatando los silencios de sus primeros discos, mientras nos regala varios pasos adelante en sus bienaventuradas exploraciones rítmicas y líricas.
Halo es Juana siendo Juana, con su sonido característico y las temáticas que se le antojan. Sea a través del experimento, de las canciones sin letra con ritmos intrincados, de los mantras habituales, de los hechizos rítmicos y palabreados, Juana Molina condensa en Halo varios estadios de su carrera. Evitando la inmediatez, característica de nuestros días, la argentina logra plantearnos un horizonte, una guía atemporal para los oyentes cautivos y para los desprevenidos que recién caen en el encanto. Will Balooni
¿Qué sigue en tu carrera después de haber ideado uno de los mayores hitos del rock independiente latinoamericano de la última década? Por suerte no existe una caída luego de llegar al pico de la montaña, tratándose La Síntesis O’Konnor más bien de una satisfactoria excursión a nuevas y misteriosas altitudes. Donde antes la inmediatez terminaba desbordando en lo emotivo ahora rige la experiencia, hallando una mayor complejidad compositiva a lo largo de los 10 cortes. Las letras de Santiago Motorizado también se han visto beneficiadas, sus mantras de héroe de barrio han adquirido narrativas más ricas hallándose pérdida la introversión (Ahora imagino cosas) y misterio (Excálibur) por poner solo un par de ejemplos. Valdomiro Valle
Como si fuese la obra de un delicado artesano “Zamba Puta” posee una fineza y dedicación que delata la personalidad y el humor de su creadora. El carácter costumbrista en las líricas exuda ingenio en sus momentos críticos y ternura inmensurable cuando de amar lo cotidiano se trata. Son todos estos pequeños detalles los que hacen de cada canción de La Lá un deleite, siendo una cantautora cuya capacidad de creación de letras, gracias a su originalidad, puede que no tenga comparación o referente en la música latinoamericana moderna.
Musicalmente la producción también es admirable. Mucho más cercana al jazz y la música popular de inicios del siglo anterior. Linda Bler y sus personajes reprimidos por la sociedad, Primor con su visita al machismo normativo, Espejo Adolescente con su carácter de poema (y experimento fonético en inglés), o el vals en latente crecimiento épico que es La Felicidad. Pocas veces se encuentran producciones con el carisma de “Zamba Puta”, siendo un pequeño momento de calidez y resistencia en medio de las a veces sombrías realidades de los países latinoamericanos. Valdomiro Valle
¿Podría Lechiguanas ser el mejor disco de Dani Umpi? ¿Cómo logró convertirse en nuestro disco del año? Quizá Umpi no sea la mostra indie que te gusta idolatrar, pero en Lechiguanas confirma que al menos su nombre puede estar al lado de grandes figuras de la canción y las letras latinoamericanas. Por ahí va Edson Velandia, Rita Indiana y Rosario Bléfari, personajes que se representan en sus letras, su voz y su persona pública. Consolidado el personaje, y garantizada la evolución no podemos más que abrazar este lanzamiento que se instaura con más fuerza después de cada escucha.
En Lechiguanas conviven la magia negra y la espiritualidad, el desparpajo discotequero y la melancolía intimista, acá Dani nos regala su disco más personal, y vaya que lo leemos bien en himnos monumentales como Tebas, La Yuta y Punta 92 2002; mientras que la cuidadosa y valiente producción de Jean Deon nos pone frente a frente con canciones que nos exigen una respuesta física, una validación del espíritu queer que todos llevamos dentro y una gran marca para el electropop del cono sur. Un disco que nos seguirá estimulando a través del tiempo, como si desde ya nos descubriéramos revisitándolo dentro de 10 años, sintiendo el mismo aire desprejuiciado y las emociones aún frescas en nuestra memoria. Will Balooni.
De lo sencillo, pasando por lo irónico e hilarante, hasta llegar a experiencias cotidianas llenas de poesía, hemos seleccionado 10 piezas que nos descrestaron en 2017. Disfruten de estas postales que nos deja el año viejo.
10. Algodón Egipcio - El Ciclo del Agua
El catalán Jordi Estrada dirige el vídeo de El Ciclo del Agua con una idea clara en mente, retratar la intimidad de una pareja de chicos que explora su masculinidad desde lo más tierno hasta lo más violento. Para su objetivo, aprovecha los recursos de la fotografía recreando escenas en movimiento que fácilmente podrían completar un diario íntimo en instantáneas. Muchas referencias a la cultura pop acompañan la cotidianidad de esta pareja, un tono explícito y una crudeza poética vuelven esta pieza una obra para re-visitar a lo largo del tiempo, quizá para encontrar en una de sus máximas la respuesta a nuestro caos contemporáneo: "Man is the measure of all things" (Protagoras).
09. Meridian Brothers - Estaré Alegre, No Estaré Triste
La reinvención del sonido tropical tiene su mejor forma en esta Estaré Alegre, No Estaré Triste. Una percusión animada nos recibe mientras capas de sonido se van tejiendo y nos retan a seguir un ritmo endiablado y letal, entre tanta tropicália se cuelan cuerdas tensionantes, todo en pos de una narración romántica y heroica, la cual no vale la pena describir luego del magistral vídeo que acompaña la pieza, una interpretación milimétrica del sonido, de la construcción y del humor de Eblis Álvarez y su combo.
08. Ibeyi – Deathless
Las franco-cubanas Ibeyi lograron trascender el éxito de su primer disco, llevando su sonido varios pasos adelante. Como testimonios de esta evolución nos quedaron varios videoclips que precedieron al lanzamiento de Ash, su segunda y celebrada placa de estudio. Al final nos pudimos haber quedado con la producción de CANADA para Me voy, pero fue la sencillez de Deathless la que logró trascender en el imaginario de los vídeoclips en el 2017. La metáfora del renacimiento, de la semilla inmarcesible es retratada aquí con pocos recursos, pero con una limpieza y una técnica admirable.
07. Niña Tormenta – A la mar fui por naranjas
Nuevamente nos dejamos ganar por la sencillez que prevalece ante cualquier artilugio y efectismo. Niña Tormenta arregla una canción tradicional del cancionero chileno y para presentarla se alía con Joaquín Fernández, quien crea un solo plano y una toma única para transmitir el espíritu grácil de la canción. Filtros que emulan el proceso de colorización de una fotografía en blanco y negro resuelven la fotografía de esta pieza breve que se nos quedó en la cabeza por su belleza ligera.
06. NOIA - Itaca Tropical
Entre coreografías y un impecable trabajo de arte que recrea la estética de un set de televisión, encontramos a NOIA navegando en escenas surrealistas que emulan las ironías y los sinsentidos del sueño, un escape a la realidad o la sorpresa de descubrirse navegando en pesadillas, lo cierto es que el despliegue técnico y el logro artístico que produce esta estética retrofuturista nos da más ganas de emprender nuestra propia búsqueda de ese destino sin nombre: "¿Y dónde va ese tren?".
05. Joe Crepúsculo - Música para adultos
Dirigido por el guionista Alberto González Vázquez, Música para adultos es un pastiche que toma imágenes de archivo y las distorsiona con resultados hilarantes, marcando cada segmento de la canción con algún anuncio, alguna noticia inventada o alusión directa al estado actual de las cosas, como cuando escuchamos a Crepus enunciar: "Si todo va hacia una dirección real que nunca nadie va a cambiar", y la secuencia de imágenes nos lleva de una explosión nuclear a la cara de Trump. Los recursos del clip son sencillos pero inagotables, verlo se vuelve una experiencia casi interactiva que relega la canción a música de fondo armoniosa y punzante, o ¿será que no somos tan adultos para comprender?
04. Arca – Reverie
Para las visuales de Reverie, Arca se atavía de torero y experimenta en carne propia el dolor de ser atravesado por una cornada. La sangre sigue siendo un elemento protagónico en esta etapa del proyecto, heridas que van y vienen sin dejar marcas aparentes, y que el equipo de realización logra plasmar con maestría. Las peripecias de Arca sobre estos zancos, los tonos rojizos y esa asombrosa secuencia que conjura el clip vuelven Reverie una experiencia digna de repetir.
03. Juana Molina – Paraguaya
Alejandro Ros ha sido el encargado de ponerle cara a los discos de Juana Molina, sin duda un cómplice infaltable en las aventuras de la artista argentina a la hora de concebir las imágenes que acompañan sus composiciones de pop avant-garde. Para el sencillo principal de Halo, esta dupla se propone hechizarnos con visuales oscuras y secuencias inquietantes. Una pieza magistral que toma algunos elementos del arte del disco, complementados por piezas escenográficas que vibran al ritmo de la canción y que en conjunto atrapan al espectador volviéndolo testigo de misterios indescifrables. El poltergeist definitivo de Molina
02. Carmen Sandiego - Eructo de Semen
Gonzalo Torrens dirige el vídeo de Eructo de Semen valiéndose de una de las líneas más certeras e ilustrativas de la canción: "Esos chicos con botellas en sus manos / no importa lo rápido que estés tocando / ellos se mueven en cámara lenta / Se golpean en cámara lenta.". Partimos entonces a un blanco y negro hipnótico con chicos pogueando, la testosterona en ebullición y un trasfondo homoerótico que pone todas las ideas de la canción en su lugar, sin duda un ejercicio magistral que saca a flote la poesía que encierran estas líneas inolvidables: "A la noche en la casa de tus padres / adormilados en un sofá frente a la tele / yo miraba tu remera agujereada / e imaginaba lo que esta ocultaba / Nunca te dije lo mucho que me gustabas."
01. Los Besos - Helados Verdes
Michelle Gualda dirige esta hermosa pieza que nos gana por la simplicidad de su puesta en escena, su ambientación y actuaciones, al punto de convertirse en una experiencia multisensorial entrañable. "Es... tan difícil encontrar palabras" dice la actriz Miyamura Tomoko en el momento más alto del clip, luego de un encuentro inesperado que deja al espectador con más preguntas que respuestas, siendo testigos de una epifanía provocada por los sentidos más directos. Un misterio develado en un lugar común y corriente, poesía desde lo cotidiano.
In The Lassa es una de las canciones instrumentales del excelente Halo, el nuevo disco de nuestra musa Juana Molina. Una de esas canciones sin letra que nos prometió en la era Un Día y que ahora resuena con bajos endiablados y aires tropicales oníricos.
El equipo de Opertura se ha encargado de traducir a imágenes, y muy a su estilo, el imaginario oculto de esta canción. En este clip de cinco minutos somos testigos de las aventuras de Jane Bone, este personaje que en un principio parece extraído del mundo de Rem & Stimpy pero que de a pocos va creando su propio tiempo y espacio, incluso su propia leyenda. Cual vídeo juego de aventuras vamos por los stages de este mundo natural y mágico en el cual los encuentros casuales pueden desatar nuevos poderes y nuevas guerras. El carácter juguetón y viajero de la música de Juana es retratado acá con colores vívidos y personajes a la altura de la tarea de recrear los "muñequitos" que guían a Juana en su creación musical.
Como bonus, los dejamos con la lecture que dio Molina hace unos meses para presentar Halo en la Red Bull Music Academy, un documento que habla del proceso creativo de varios de sus discos, una escucha entretenida, visualización obligada para hardcore fans y neófitos.
Cuando nombramos WED 21nuestro disco favorito del 2013 lo hicimos dándole a Juana Molina el calificativo de bruja, aún cuando el disco tenía poco de artes oscuras y más de fuerza bruta. Sin embargo, esta sentencia se convirtió en realidad con el lanzamiento de su séptimo disco de estudio Halo, en el que Juana abraza su nuevo estatus con todo lo que eso implica.
Quizá sean cosas de la edad, aunque ella misma es reticente a esta conjetura del paso del tiempo (“Están en mi todas las edades”, la escuchábamos cantar en la hipnótica Las Edades), quizá sea esa incesante búsqueda de libertad creativa, quizá la coyuntura, o la inesperada musa que movió los hilos de este álbum para que fuera envuelto por un aura de misterio inédito en la discografía de la argentina.
Para muchos, Halo debe las exploraciones rítmicas que plagaron sus dos últimos discos, pero si hay algo que debemos aprender con Juana es que es ajena a las fórmulas y por el contrario, como en este caso, se aleja de las ciencias exactas para abrazar los encantos de la magia negra conjurando hechizos como ambientes sonoros tenebrosos que irónicamente suenan familiares y atractivos.
Si comenzamos a escarbar en el disco como buscando en la morada de una hechicera descubriremos bases rítmicas y ambientes que han transitado su discografía. Para los buenos entendidos Cososo, Estalactitas y Cara de Espejo son los parajes más cercanos a Un Día y WED 21, prolijas camas sonoras que saciarán las ansias del oyente que necesita golpear el suelo para transitar la energía que recibe con la música. Sin embargo el halo que envuelve el álbum es el de la calma, emparentándolo con dos discos que pusieron el nombre de Juana en las teclas de críticos y en los reproductores de oyentes al rededor del mundo. Estamos hablando de Tres Cosas y Son, discos en los que los arreglos acústicos y los sintetizadores ambientaban sus composiciones convirtiéndolas en verdaderas piezas de acompañamiento cotidiano.
Halo es Juana siendo Juana, con su sonido característico y las temáticas que se le antojan. Marcados los puntos de conexión, es importante recordar que el nombre del disco surge de la leyenda de la "Luz Mala" propia del folklore argentino y uruguayo, una aparición en forma de halo luminoso que persigue a sus víctimas en los descampados. Por aquí vemos a Juana invocando a la luz, ora como la mujer moderna usuaria de Facebook, ora como una señora que conjura sortilegios y brujería, al punto de que la diferencia entre un rol y otro es casi imperceptible.
Paraguaya, la canción que inaugura el disco, despliega las intenciones hechiceras de Juana con claridad. Un medio tiempo con arreglos de cuerdas que dan la vibra adecuada para caer en el encantamiento, lo más parecido que suena a coro reza: “Quemaré la ruda / prepararé mi poción / si esta noche hay luna / revertiré la ilusión”, sin embargo, Molina no es obvia en su propósito, mientras pide ayuda a las deidades de la noche va liberando una historia de encantamiento amoroso en la cual ella termina siendo víctima de su propio invento: "Y ahora que me olvidó / la embrujada soy yo / y no lo olvido".
Sin Dones recurre a cuestionamientos de personalidad y vas más allá rebuscando en los orígenes de los padecimientos psicológicos: "Cuando al fin logré salir de mis confines /cuando vi con estupor la liviandad de mis convicciones / entendí que es en la infancia que se imprime esa barbaridad / sólo deseé perdonar y que me perdonaran", unos ecos fantasmagóricos sirven de puente entre un bajo envolvente y una percusión ritual que inducen a un trance necesario cuando una revelación de esta magnitud sale a la luz.
Lentísimo Halo viene a confirmar la búsqueda mística del álbum. La canción más lenta del disco llega tan pronto que anuncia uno de los momentos más hermosos que hayamos escuchado en la discografía de Juana. La intersección espacial que guarda con Cálculos y Oráculos vuelve estas dos piezas un verdadero enigma, dos ejercicios de score de película de terror en el que una pareja se adentra en las profundidades de un bosque nublado pese a las advertencias de las predicciones y la intuición.
Cálculos y Oráculos es el mejor ejemplo de lo que la música debe ser. Sin ánimos de sonar pretenciosa, la mezcla de la canción puede llegar a penetrarte como lo haría el frío de un bosque en la noche, esa sensación de deambular por lo desconocido siendo movidos por el miedo, sólo con la satisfacción de ser testigos de una belleza imponente que pocas veces ha sido presenciada por el hombre. Evocadora, narrativa, simbólica, Juana se permite las intenciones que se le plazcan con esta pieza que sorprende por carecer de ritmo tal como lo anunciamos, un flahsback a su discografía que suena contemporáneo y pertinente para los tiempos que corren.
Sea a través del experimento, de las canciones sin letra con ritmos enigmáticos, de los mantras habituales, de los hechizos rítmicos y palabreados, Juana Molina logra resumir en Halo varios estadios de su carrera. Evitando la inmediatez, característica de nuestros días, la argentina logra plantearnos un horizonte, una guía atemporal para los oyentes cautivos y para los desprevenidos que recién caen en el encanto.
“Una ventana que mira al norte no tiene sol / aunque te digan que era mejor ubicación / al oeste está el sol.”
El nuevo disco de nuestra musa Juana Molina está a la vuelta de la esquina. El 05 de mayo se hará público el nuevo hechizo de nuestra bruja favorita, el cual gira en torno al misterio de la leyenda de la “Luz Mala”, propia del folclore argentino y uruguayo.
Luego de escuchar el primer adelanto del disco, augurábamos una continuidad en el sonido de su anterior placa, el excelente WED 21. Pero con esta, la canción más lenta del nuevo disco, es poco lo que podemos decir y mucho lo que empezamos a ansiar de la escucha completa del material.
Lentísimo Halo nos remonta a la calma perenne de Tres Cosas y Son, discos que marcaron un estadío importante en la carrera de Molina. Con un aura tenebrosa nos recibe este nuevo adelanto, con ligeros acordes sobre los que Juana dibuja con su voz un ambiente cual minutos de eclipse diurno.
Las visuales que acompañan esta canción, a modo de short film, fueron realizadas por el director argentino Mariano Ramis utilizando una técnica bastante laboriosa que combina el uso de una impresora inkjet, películas de papel laser y salsa de soya, un ejercicio que busca capturar el ambiente de misterio que rodea la morada de Juana y a la vez, esta leyenda que recoge el concepto de la canción y del nuevo disco.
He aquí un documento plagado de símbolos, una pieza onírica que transmite contundencia y fidelidad en la propuesta de la argentina. A la espera quedamos de ser sorprendidos por esta buena luz.
Termina de sonar Cosoco, el nuevo sencillo de la argentina Juana Molina, y por azar enseguida suena la enigmática Eras, primer sencillo de su anterior placa WED 21, y a este punto es innegable el rollo continuista de esta nueva canción.
Desde los bajos mutantes que comandan la canción, hasta los golpeteos a la batería a lo Ay no se ofendan, una combinación que nos vuelve a poner en jaque, hipnotizados y atentos a esta nueva narración que construye Molina con su voz distorsionada y unos aullidos de búho que se cuelan entre instrumentación compleja y misteriosa.
El nuevo disco de Juana, Halo, su séptima placa de estudio, llega este 5 de mayo, convirtiéndose así en uno de nuestros discos más esperados del primer semestre.
Ahora, a darse un buen paseo por el Spotify, donde ya podemos escuchar la mayoría de sus discos.
El genio y el humor de Juana Molina y el músico Odín Schwartz (quien la acompaña en vivo) dio para esta irreverente pieza que titularon Póngame el pongo, Licaldo, un cuasi reggaeton que no logró aparecer en la música incidental de la película La Mujer de Los Perros, cuya banda sonora fue compuesta en su totalidad por la genia de Juana.
Nos gana la curiosidad de ver y escuchar esta película que de momento sólo se exhibe en salas argentinas. No hay mucho que agregar a esta entrega, el tiempo dirá si este outtake contagioso marcará la pauta para futuras entregas de este dúo, como sea, se agradece y disfruta a mil esta cosa rara.
Hace un par de semanas, en un viaje relámpago, me escapé hasta la ciudad de Mendoza en Argentina. Iba en busca de sonidos nuevos, tratando de entender cómo se supone que se oye la música en la región de Cuyo. Según me dicen allegados… ahí están pasando cosas. Logré divisar un par de bandas y me traje unos cuantos discos que me permiten hacer un exhaustivo e inútil análisis de una región que tiene como telón de fondo la cordillera. Inútil porque no se puede encasillar la música en la geografía a esta altura del siglo XXI. Exhaustivo porque a veces creo que tengo trastornos T.O.C. Sin embargo no es sobre eso que quiero hablar en esta nota (ya habrá tiempo para esta región del continente).
Gracias a Facundo, un buen amigo que me lo sugirió, me hice un rato para ir hasta el Centro Cultural Le Parc ya que esa noche tocaba Juana Molina. Es difícil seguir sumando data nueva cuando ya mucho se ha dicho de ella, así que voy a hablar de todo lo que la rodea: su público. Digo que la rodea porque literalmente la disposición del escenario hacía que la gente se ubicara por todos lados para verla tocar. Es evidente que con ella se viaja y no se necesitan maletas. Lo digo desde mi condición cuasi profesional de viajero nómade y errabundo, en busca de un lugar donde poder descansar, al menos por una noche. Esa noche fue Mendoza.
ph: Julieta Graña
Juana Molina supo demostrarme que se puede viajar sin moverse, su música es un medio de transporte tan particular como las notas que se van alargando y encadenando en sus canciones. Juana es un mantra y propone con sus sonidos un estado que ni la lisérgica intervención de ciertas sustancias, que a veces nos sirven de compañía, puede trasladarnos.
Juana tocó el jueves 26 de febrero en la ciudad de Mendoza y fue difícil despegar. El concierto arrancó con un mal humor por parte de ella, bien entendido, uno de los cables o de los aparatos no estaba funcionando y mientras nos miraba desde el escenario blasfemaba a los cuatro vientos dirigiéndole miradas y rayitos laser al stage manager que habían puesto desde la organización.
Estaba molesta y no lo podía disimular, mientras Odín y Diego (teclados y batería respectivamente) se reían casi burlonamente y con cariño de Juana. Ellos sí que deben saber de los berrinches cuando las cosas no salen como ella quiere. Con un difícil despegue, el viaje fue en ascenso todo el tiempo.
Ella, como buen piloto, supo manejar los tiempos del viaje dándole al público un paisaje sonoro que por momentos agitaba neuronas y por momentos las relajaba. Se paseó por varios temas del disco nuevo. De hecho comenzó con Wed 21 a modo de presentación de show para luego continuar con Eras. Ella jamás toca dos veces una canción de la misma manera. A medida que el recital avanzaba los sonidos se iban acompasando con la energía de los presentes y los “temas” se volvían improvisaciones vocales que se multiplicaban o dejaban de hacerlo al ritmo de los pedales. Las miradas se yuxtaponían, se buscaban y depositaban en las de Juana, que parecía devolverlas sin miedo a cada uno de los presentes. Y como los argentinos son un caso aparte, la corearon como si estuvieran en la cancha, le hicieron cantitos futboleros (obviamente esto en Tokio, Berlín, Nueva York y otras ciudades no lo entienden) y pidieron “una más y no jodemos más” con el desparpajo que se hace con todos los músicos en este país. Juana se sumó a los cantos e incluso los musicalizó lo que hizo más interactivo el recital y puso al público como coautor de sus composiciones. Juana es Juana pero el apoyo que tiene con sus dos músicos que la acompañan hace más interesante su proyecto. La gente a mi alrededor de momentos se movía acompasadamente y acto seguido comenzaba a saltar, poguear e incluso hasta hacer un par de mosh.
Tal fue la sorpresa que Juana al día siguiente puso en su cuenta de Facebook:
“anoche en mendoza no sólo hubo pogo sino que también hubo mosh!!!!! muy grosso, la pasamos bomba. atento konex, allá vamos!!!”
ph: Julieta Graña
Pasaron canciones como Lo decidí yo, Desordenado, Un día, Vive solo, Quién, entre muchas más que fueron recibidas sin resistencia por todos nosotros. Una artista llamada Julieta Graña que conocí ahí y que estaba exponiendo en el lugar una videoinstalación, cargando su cámara se encargó de registrar e inmortalizar para esta nota a Juana. “Me encanta cuando los pelos le caen en la cara y no se le ven los ojos” me decía mientras me mostraba los resultados.
El viaje llegaba a su fin y después de pedir varias veces repeticiones Juana y sus músicos se retiraron por donde llegaron con cierto asombro y cansancio. El viaje que conducía había sido intenso, largo y veloz. Luego del recital muchos se quedaron haciendo sociales, algunos intentaron acercarles discos al camarín y la mayoría de los hipsters de manual que pulularon esa noche se fueron diluyendo por las salidas del Le Parc hacia destinos que, por suerte, desconozco.
Y yo, con la voz de ella en loop resonando en mi cabeza, terminé en una estación de gasolina, trasnochado, con el baterista de una banda hablando sobre el amor en tiempos de tecnología, las categorías de la existencia y un montón de temas inútiles que se fueron desintegrando con la salida del sol por la mañana y mi vuelo de regreso a alguna otra ciudad.
Nota mental: quiero dedicarle estas palabras afectuosamente al flacucho guardia de seguridad, con aires de superhéroe, que asustado trataba de contener la valla de seguridad que empujaban más de un centenar de personas.
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