Quien conoce la discografía de Javiera Mena en su estricta
definición, ha de resumirla a dos álbumes de estudio: el debut, una colección
de baladas románticas titulada Esquemas Juveniles (2006) y su prolongación, la
explosión en la pista de baile que fue Mena (2010). Las dos placas se
encuentran articuladas por una fina nostalgia a las canciones de la radio en
los años ochenta, su construcción parte del teclado, la base electrónica, y es
perpetuada con la delicadeza lírica que han hecho de Javiera Mena una artista
de culto, pionera de una escena pop independiente (como si ambos adjetivos
pudieran coexistir) en América Latina, teniendo a Chile como epicentro.
Hasta hoy, solo los seguidores más curiosos han sabido de la
existencia de un buen número de canciones al margen de los álbumes oficiales.
Estas canciones, podrían acercarse más a la obra de Gepe, que al contenido de
los dos discos. Para los enamorados recientes, toma por sorpresa la liberación
de un álbum digital llamado Primeras composiciones, haciéndose necesaria una introducción al material que allí se
recoge.
Diez años atrás, Javiera Mena y Gepe compartían más que un
país de origen. Ambos se presentaban como músicos autodidactas, brotes de una
raíz folclórica y herederos del estilo musical que identificó a Chile en una
década anterior. La prensa llegó a bautizar a Gepe como el Víctor Jara de su
generación, comparación aún vigente, y a ella se le llamó la nueva Violeta
Parra. Era temprano para adivinar cuánto se bifurcarían sus caminos, y los
alcances que la experimentación sonora le daría a cada uno.
Javiera Mena se presentaba en vivo con canciones de su autoría y
en compañía de una guitarra, la misma simplicidad que intentaría plasmar en el álbum debut, uno que hasta ahora no había visto la luz, pues las circunstancias
hicieron que la artista abandonara el proyecto para entregarse a una propuesta diferente,
que reemplazó las cuerdas por los sintetizadores. Primeras composiciones
2000-2003 es el testimonio de una búsqueda artística, el registro del nacimiento
de una escena musical. Durante diez años estuvieron guardadas las canciones que
Javiera no finalizó, y antes de juzgarle como una deserción, se debe
entender que la clave pop fue siempre el escenario en que quiso
desenvolverse. Desprendida de su armazón folclórico, las composiciones conservan una identidad lírica, microcosmos constituido a partir de
palabras que saltan de canciones a otras, durante años.
La cantautora reivindica entonces una etapa de su vida, como regalo
y celebración a diez años de trayectoria. De hecho, el álbum que hoy se filtra
en internet, fue ofrecido exclusivamente a quienes aportaron económicamente al
recaudo de fondos que la artista planteó meses atrás en su página web para la
producción y publicación del próximo álbum de estudio.
El amarillo se complace en presentar dos de las canciones
contenidas en el álbum Primeras composiciones 2000-2003, que tiene como portada un
hermoso bordado del rostro de Javiera Mena, en un acabado artesanal, tan acorde a
los sonidos contenidos. Letras abstractas en un ambiente étnico, algunas de las
canciones ya se ofrecían en internet, por ejemplo Hambre existió como remix en la edición japonesa de Esquemas juveniles, y ahora es revelada su versión
original. También era posible encontrar versiones tempranas de Definitiva, Al
achunte o Supapilapuso, que ahora cuentan con el apoyo de Christian Heyne y el
sello Unión del sur, en una pulcra remasterización.
Como una historia que se cuenta al revés, Javiera Mena brinda la
oportunidad de entender su procedencia, vislumbrar un punto de partida, se desnuda y entrega, la inocencia que ha sabido permear sus trabajos venideros: "Y la
música que suena, la va a influenciar después, sus orgasmos musicales con ella
tendrán que ver. Y la música que suena, su-papi-la-puso, su-papi-la-puso."
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