En el amarillo casi siempre nos armamos los gustos a base de artistas, por lo general mujeres, que volcán su sensibilidad y su talento en la música. Este año ha sido un poco curioso si consideramos la de hombres que han editado discos de muy buena factura dejándonos ver la otra cara de la moneda y convirtiéndose en favoritos inmediatos. Pasando por Diosque y su acercamiento al baile de cantautor, los Ases Falsos y sus himnos atemporales, hasta el riesgo rítmico de Cineplexx, y cómo no, el brasilero Silva, creador hasta el momento de uno de los discos de pop mejor logrados en el panorama internacional (?) en lo que va del 2014 .
Entre sus contemporáneos, quizá el Florianopolis de Cineplexx sería el disco más próximo a Vista Pro Mar, aunque hay que aclarar que el primero basa sus recursos en un simplismo conceptual que esta placa sobrepasa con creces. Este disco viene cuidado desde su portada y soportado por grandes composiciones de aires hipnóticos. Inicia con un track homónimo que sirve para definir su sonido y se va moviendo por diferentes estados hasta despedirnos con una calma aparente, luego de un derroche de maestría sintética y la acertada inclusión de metales que acentúan el tinte épico del asunto, como ese inolvidable saxofón en Janeiro, o esos aires orquestales en el track de cierre, Maré.
Los lugares a visitar en Vista Pro Mar son diáfanos y aptos para cualquier intérprete. El acertado uso de efectos en las voces vuelve este disco un tránsito obligado hacia el mar de la introspección, mientras que las maniobras con los sintetizadores para denotar un ambiente tropical y cálido sobrepasan los límites de sus intenciones y le otorga aires ensoñadores.
La barrera del idioma se vence a momentos entre tanto pop luminoso y en otras partes basta dejarse llevar para avivar recuerdos o simplemente para disfrutar en calma. Mis pasajes favoritos ponen en evidencia los sentimientos con pocas palabras. Disco Novo por ejemplo, nunca deja de emocionarme cada vez que la plegaria del coro hace su arribo y todo parece fundirse en un tipo de celebración que incluye fuegos artificiales y cielos estrellados.
También está Ainda, la pausa obligada a tanto desborde de técnica eléctrica, en la que Silva se arma de su guitarra y sonidos del ambiente para seducirnos con la rítmica de su idioma. Sin duda, este es uno de los paseos sonoros más bonitos que hemos escuchado este año. En esa misma tónica y con más entendimiento, llegan canciones como Universo para desbordar el encanto con una letra confesa, pero consistente desde la mezcla y el uso preciso de efectos.
Si ahora está de moda hablar o escuchar discos que valen por el conjunto y no por sus singles, Vista Pro Mar podría ser algo así como el Beyoncé del pop brasileño, grandilocuente y sutil a la vez, entrañable, efectivo a nivel de la producción y con una sensibilidad envidiable, por acá se pasean gaviotas y se nos permite acercarnos a la orilla de un mar exuberante, de un azul cristalino, que da para la contemplación del horizonte y la celebración con el descubrimiento de cada nuevo detalle.
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