De Cineplexx (a.k.a. Sebastian Litmanovich) eran pocas pero memorables las referencias que teníamos en el amarillo. Sus apariciones siempre han sido flashes que dan luces de uno de nuestros remixes favoritos de todos los tiempos, de sus sencillos, EPs y discos que habían pasado desapercibidos a pesar del sello de buena calidad de este cantautor argentino. Recuerdo haber querido ponerle las manos encima a su disco Picnic de 2008, pero los medios digitales en el momento no me permitieron acceder a él. Varios lanzamientos después y todavía el recuerdo que tengo de Cineplexx en lugar de un espacio amplio para proyecciones cinematográficas, es el de un chico educado tomándose instantáneas en el campo.
Esa imagen quedó totalmente desdibujada luego del primer minuto de escucha de su nuevo disco. Un homenaje a la música tropical en el que los arreglos cadenciosos se roban el show a lo largo de 43 minutos de experiencia que se asemejan a una fiesta multicolor en el paraíso. En Florianopolis Cineplexx parece acuñar lo mejor del estilo de Los Amigos Invisibles, con la introspección del cantautor, la sutileza del Vista Pro Mar de Silva y la personalidad de Conquista de lo Inútil de Coiffeur; por este álbum pasan ritmos como el disco, la bossa nova, el funk, el synth pop, su habitual y característico pop-folk de picnic, reconocible en canciones como Efecto Visual y Sonando.
Otra característica que destaco en este disco es la inclusión de voces femeninas, pasando por Linda Mirada, Ana Montiel, Natalia Clavier y Lilies On Mars, casi la mitad del disco cuenta con mujeres en sus créditos vocales. Sin embargo, no nos enfrentamos al típico dueto hombre-mujer, pues Cineplexx no abandona su papel protagonista, en cambio, las chicas hacen sus aportes en los coros y la instrumentación, generando nuevos ecos y adornos celestiales, cómo colchones de nubes para la voz del cantautor y su trepidante y aventurero imaginario del amor y la tropicália.
Florianopolis puede pecar de pretencioso, extendiéndose por 13 canciones en los que el ritmo impera y muchas veces se abandona el rol conductor de la letra por la puesta en marcha de un plan macabro para hacernos bailar. Lo mismo pudimos haber dicho en su momento de Coiffeur y su aproximación al formato electrónico, lo cierto es que el resultado en ambas partes viene siendo exactamente el mismo. La sorpresa y el placer de ver a un artista intentando nuevos pasos, tanteando nuevos terrenos con tanto aplomo, nos hace pensar que las decisiones tomadas tras este disco fueron acertadas.
Este paseo multilingüe, multi-rítmico, contemporáneo, celestial y colorido nos tiene pensando en este como uno de los mejores discos hispanoamericanos en lo que va del año, uno que nos invita con descaro a dejarnos llevar por el ritmo, a perdernos en nubes que se ven diáfanas y tangibles, con palmeras, arena y mar, con un contagioso y adictivo animo enamoradizo; el ambiente adecuado para emprender un viaje obligado y a todas luces natural por el paraíso en el que ya no vemos a Cineplexx como el chico de la colina y la canasta, sino como el maestro de una fiesta personal a la cual todos estamos invitados.
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