Cinco canciones anuncian el regreso de Violeta Castillo, La Reina
del EP. Cinco dignas sucesoras de Uno y Otro, las placas que siendo estrenadas en 2011, suenan aún con la frescura del
primer acercamiento. Esta llegada confirma la dualidad impresa en su música: palabras
sobre el dolor de crecer, ocultas en la sencillez de una ronda infantil; la
brevedad de las letras y las canciones de corta duración son a su vez, una
obligación a repetir y reflexionar; la música de Violeta es el encuentro de la
fuerza y la vulnerabilidad.
La novedad de Hasta Abajo es su clara invitación al baile,
no gratuitamente es el nombre escogido para presentar el EP. Si las primeras
melodías de Castillo insinúan unos tímidos pasos de baile, la energía de su
regreso da la completa libertad para ensayar espontáneas coreografías.
Ola del mar es la
introducción, analogía marítima para el vaivén de las emociones humanas, desde
ya una de las favoritas. En seguida sorprende Hasta abajo, el corazón del EP, que de nuevo hace visible la dualidad
porque su nombre engañoso denomina la pieza más melancólica, el dolor
del amante que anhela y espera. Pero antes de refugiarse en la tristeza, el
sonido devuelve energía con Las
cremas, el divertido sencillo estrenado hace unas semanas. ‘A los que me piden que imponga un mensaje, ¿qué puedo decirles?’
carta abierta de Violeta Castillo a quienes puedan juzgar su música de escasa profundidad,
porque para los que saben cómo menos puede ser más, la adorable línea inicial ‘Dame
unos minutos para actuar, y hacer efecto, como las cremas’ es poesía pura.
Las señales, en contraste,
es la pieza de mayor duración dentro de este EP y sus antecesores. Rica en
arreglos y reveladora con el paso de las
escuchas, una historia de malos entendidos y peticiones al cielo. Finalmente, El control es la canción de despedida,
un agradable coqueteo al rock que hace agitar la cabeza mientras se llena de melancolía,
por su letra y por saber que Hasta Abajo ha concluido, aunque se intuye desde ahora, que el acto a seguir es oprimir el botón de repetición, si ya no se ha agotado en la marcha.
Violeta Castillo ha vuelto a acertar, demuestra ser una cantautora
genuina y vigente. La construcción de álbumes de corta extensión es su decisión
estética, y aunque respetable rompe el corazón, pues quien ha caído enamorado,
siempre quiere más.
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