Silva de alegría invoca sus Fantasmas. En 2014, esta preciosa canción hacía parte de Cuervos, último disco de su banda Furland. Hoy, antes de despedir una década de encuentros y canciones, el autor ha decidido recuperarla y probarle un nuevo traje: banjo, guitarra, percusión y un delicado teclado le llevan a su actual planteamiento (recordemos que este año publicó un bellísimo disco). El luminoso resultado nos ha fascinado, y en él sentimos estar ante la versión más verdadera de Fantasmas, una que entabla más cercanía con su corazón, y los nuestros.
La canción es casi una gótica historia de amor, dos amantes atrapados a voluntad entre vagones, rieles y estaciones de tren, un viaje infinito, decididos a vivir en un recuerdo perfecto, "enamorados de una sola edad". La nostalgia impregnada en su letra se desliza entre cuerdas y detalles para recrear un trayecto, es esta una canción con instinto de viaje, hecha para contemplar paisajes en una ventanilla y no retener ninguno, avanzar, pues bien concluye su protagonista: "inútil aferrarme así, a una imagen sin vigencia de mí, a un pasado que ya no soy yo"
Y un final sin final: las juguetonas notas del cierre se repiten y se repiten, emocionándonos, obligándonos a rebobinar, volver a tomar este tren.
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