Cuando rompí definitivamente mi larga relación de amor y odio con Calle 13, después de diseccionar una de las canciones de su último disco (Multiviral), creo haber comprendido definitivamente porque las canciones populistas y arribistas no saltan a mi vagón musical. Hablaba de El Aguante, una canción que entre rimas flojas sobre lo mal que la pasamos termina suavizando las tragedias con una invitación a brindar en lo que podría ser un predecible coro de estadio, como esos que están acostumbrados a llenar los puertorriqueños. Por suerte no tuvo que pasar mucho tiempo para encontrar una canción que reafirmara mi posición, y para sorpresa de muchos proviene de una banda que también es tachada de apoyar causas revolucionarias.
Se trata de Búscate un Lugar Para Ensayar, una de las destacadas del segundo disco de la banda chilena Ases Falsos. En ella, encontramos una línea en particular que apoya mi tesis sobre el acto contradictorio de mezclar rebeldía con oportunismo embriagante: “después de unas cervezas nadie sabe dónde quedó la rabia”. Escrita como una serie de consejos para militantes de causas sociales y marchas, la canción expone varios ejemplos y en suma es una invitación a pensar mejor las causas para armarse de fundamentos antes de palos y piedras. A todas luces el título es un gran detonante para el acto de cualquier músico o activista: el ensayo y el recogimiento son el arma primogénita de una buena revolución.
Estas posturas toman desprevenidos a varios que veían a esta banda cerrar su anterior disco con una oda a la protesta en La Sinceridad del Cosmos, además de retratar las peripecias de un agente de las Fuerzas Especiales, con mucho tacto y ritmo, pero con una mordacidad admirable (Fuerza Especial), o, ridiculizar la crisis europea en Europa. Todos estos motores temáticos hicieron que Juventud Americana consolidara a Cristóbal Briceño como el nuevo vocero de las luchas juveniles (un personaje prolífico al cual es casi imposible seguirle la marcha entre tanto lanzamiento que ha hecho en estos últimos 10 años). Todo esto para asegurar que las composiciones que dan la fuerza a Ases Falsos son un fiel reflejo de la realidad que vivimos en Latinoamérica. Así, en el 2012 hervía el clima de las protestas estudiantiles en Chile y se recrudecía la crisis económica europea, tumbando la venda que Briceño se encargó de mantener abajo con una fuerza lírica admirable.
En Conducción las cosas se tornan menos contestatarias en cuanto a temáticas y más rítmicas con respecto a la música. En el track de apertura, Mantén la Conducción, Briceño comienza a destapar su arsenal para mantener el ritmo narrativo de este proyecto: “¿Qué debo buscar? Amor por el deber” - una posición un poco alejada del imaginario rebelde, con un leve dejo a discurso parental, curiosamente aderezado con referencias románticas hacía el cierre de la canción. En esa tónica rolas como Niña Por Favor y las enamoradizas Mi Ejército y Simetría refuerzan esta nueva postura de sosiego, de reconocimiento del deber como una fuerza vital, del papel del hombre dentro de la masa, del romanticismo ideológico, pero sobre todo, de mantener la llama de la revolución siempre viva.
Otra de las cosas que sorprende en Conducción es su fuerza rítmica. Canciones como Al Borde del Cañón, Nada y Plácidamente acercan los sonidos de Ases Falsos a los terrenos en donde artistas de pop chileno como Alex Anwandter y Gepe se desenvuelven como peces en el agua. Del mismo modo el envidiable manejo vocal de Briceño funciona como un abanico de posibilidades en el nuevo repertorio de la banda. Siempre cerca del ya referenciado Juan Gabriel o cualquier gran vocalista del pop iberoamericano, Briceño no le teme a las notas, a sonar desgarrador, sexy y agresivo en una misma canción. Tomo La Gran Curva (favorita personal) para ilustrar este dominio vocal: otra canción sobre viajes en carretera que ilustra una búsqueda personal, en la que nuestro héroe conduce la rítmica con soltura y con un registro épico hacia el final que siempre es bienvenido con cada nueva escucha.
Con toda esta suma de bondades, desde la poderosa lírica, el deslumbrante desempeño vocal y el riesgo rítmico, Conducción peca un poco por su duración, personalmente, pienso que el nivel de involucramiento que requieren estas canciones merecen su tiempo y su atención, mismo para los tiempos en los que vivimos que no nos dan para degustar un disco en su integridad si este se acerca a la hora de duración, o a ver los machitos que nos digan que escuchan completitos los últimos de Arcade Fire o Daft Punk.
Para concluir, estos meses de escucha constante nos han hecho recibir este disco con mucha familiaridad, aceptando sus posturas neo-revolucionarias, el tinte político, el romanticismo surrealista, al punto de volver a las canciones para corearlar como si formaran parte de nuestro cancionero universal, y eso no se logra con frases hechas ni discursos populistas sino con inteligencia.
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