Comencemos con su título, en últimas la característica más destacable de la composición. ¿Cómo traducimos esta expresión tan española al resto de países de habla castellana? A falta de un equivalente al uso, nos animamos a acuñar este término y a encendernos cada vez que la enunciamos en el coro de esta canción. Cual himno a la irreverencia, identificamos diferentes situaciones en la que podemos usar esta frase: relaciones sexo-afectivas, problemas laborales, comentarios de redes sociales y un largo etcétera.
El apartado sonoro acompaña a la perfección la fuerza de la letra. Basada en el trío imprescindible de toda canción punk, guitarra, bajo y batería a la que se suman unos sintetizadores que agregan más cuerpo a los riffs y las distorsiones. Dos minutos y medio de energía desplegados en pos de un mensaje certero que sirve de respuesta a cualquier situación adversa en la era de las telecomunicaciones.
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