Injusticia divina. La diosa Sofía Oportot está de vuelta y el mundo aún no se entera. Confiamos que el correr de los meses le otorgue notoriedad a la espectacularidad de su Estilo de vida (2018) pues aquí en nuestro corazón, ya comparte pedestal con los lanzamientos de Alex Anwandter y Javiera Mena este año.
Ahora más que antes, en las canciones de Sofía se percibe la presencia de sus proyectos paralelos: Quierostar y algunas remembranzas a LuluJam. Así, Soy robot nos conecta en primera medida con la discografía de los Quierostar, en su helada melodía electrónica y esa letra que construye una vez más la divertida imagen de una Sofía robótica, plástica y enajenada.
Esa familiaridad es prontamente alterada en Poco y nada, un hit inmediato que parte de una ingenua estructura reggaetonera cercana a las canciones de La Factoría, todo un reclamo bailable, "Ser amigas o enemigas, conformarse con mentiras". Rindámonos pues ante un nuevo himno gay.
Futuro incierto nos devuelve a la Sofía más dulce, en un mid-tempo dedicado a enunciar anhelos y temores, a la ansiedad que bien conocemos y el deseo loco de ser otros. "¿Quién no ha soñado con escapar?", "No se necesita nada más para volver a comenzar: una silla, una cama, las paredes blancas".
En Víctima potencial, una espléndida letra nos plantea una importante reflexión, con expresiones como "aprobación virtual" y "escasa identidad". Un personaje que atraviesa la ciudad a altas horas, inconsciente de su propia fragilidad y sin mucha intuición del peligro (¿Acaso una anécdota-Grindr?). Perfectamente atada a la oscuridad de Código Vampiro, sumergidos ya en ese nocturno peligro.
Dos colaboraciones enriquecen este Estilo de vida: Putochinomaricón en la insinuante Lolita 2000, exhaustiva descripción de una tecnológica femme fatale, y Tadzzio participa en nuestra canción favorita, Amigo virtual, que en una actualizada versión de Pimpinela, o un Computer love de Kraftwerk, nos narra la historia de amor que se hace y deshace en la ligereza de la Internet. "Justo apareció tu última actualización y le he dado corazón", "Hiperrealidad que me hace dudar si es que existes en verdad", "Si pudiera reiniciar la sesión en mi interior", muchas buenas oraciones, urgen camisetas con ellas estampadas.
Guibaby es el retrato de un amor que se divide entre la obsesión y la ternura, Sofía contempla al objeto de su deseo, su efebo aterciopelado, de "olor a miel y vainilla".
Pero la despedida a este disco adorable no será suave: Sola y aburrida nos dice adiós, "El mundo afuera da vuelta y lo hace sin mí", y de esta línea nos aferramos, esperando contradecirla, pues aunque disfrutemos la condición de outsider que tiene Sofía Oportot, esta vez esperamos ocupe su lugar en el Olimpo del pop chileno.
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