Kali Mutsa sigue dándole giros inesperados a su propuesta musical. En principio, nos hipnotizó a muchos con su sonido gitano orgánico al que se sumaban pequeños toques electrónicos para contarnos historias de otros tiempos. Luego, con su primer LP, el infravalorado, Souvenance tuvo el descaro de ponernos a bailar al ritmo del moombahton más encarnizado mientras seguía su tarea eterna de narradora y bruja del amor. A Souvenance le siguió un EP de remixes editado por el sello electrónico ENDKM en 2015.
Quizá por este último antecedente su nueva canción parta de un lugar aún más enigmático que el de sus anteriores composiciones. El minimalismo y los sintes oscuros de su primera parte auguran un cuento más denso, un canto solitario en el que Kali sabe jugar su papel de deidad en tonos violeta, como los de la imagen de portada... luego, los tonos dorados, terrenales, llegan con esos aires de cumbia que se funden con los sintéticos dejándonos nuevamente sorprendidos, bailando al ritmo y el capricho de una de las artistas más inquietas e indomables del cono sur de América.
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