Ceremonia (2013), el anterior álbum de La Bien Querida nos remitía a Ceremony (1981), elegante 7” de New Order, que inspiró no sólo el título sino la inyección del sonido fundado por la legendaria banda y que décadas después demuestra su atemporalidad, viéndose refrescado en aventuras como la de La Bien Querida y su banda, embarcados en la conjugación de bases electrónicas y krautrock en la estructura de canción popular que habría perfeccionado en los discos iniciales. Tal experimento representó un quiebre en el camino, del que ha salido triunfante, tanto que el nuevo álbum no es una simple continuación sino la expansión de sus intenciones. Así, Premeditación, Nocturnidad y Alevosía (2015), nos remite nuevamente a New Order, con Power, Corruption and Lies (1983) pero las referencias en el disco van más allá, aludiendo tanto a la new wave como a la balada romántica, bien llamada música para planchar. Preparados pues, para escuchar ecuaciones donde cohabitan, por ejemplo, Jeannette con Depeche Mode, o Camilo Sesto con Visage.
Las tres palabras que titulan el disco sirvieron para que éste se dividiera en tres entregas, EP’s lanzados periódicamente, cada uno con cuatro canciones y una portada distinta (fragmentos de una pintura realizada por la misma Ana) y limitadas ediciones en vinilo, que desembocarían finalmente en un larga duración y una reveladora ilustración que altera la normalidad de los paisajes conocidos en cada estreno. Tal estrategia ha permitido escuchar a profundidad cada canción, con plazos para que las más densas hagan su efecto y las de acción inmediata se repitan al infinito.
Entre los himnos instantáneos, que no necesariamente han sido los sencillos escogidos en cada EP, encontramos El origen del mundo, la engañosa delicadeza que sentencia “Ya sé que no me quieres y no me importa tanto, pero la próxima vez, te quedas mejor callado”, línea que basta para entender el cambio en La Bien Querida como una renovación a la piel de sus canciones, en cuanto a arreglos e instrumentación, pero el respeto a su esqueleto, a la estructura de canción popular que ahonda en las eternas inquietudes del amor. En la enérgica Poderes extraños, se aprecia una bienvenida a la aventura, “No quiero esperar todo el año a las vacaciones, no puedo esperar toda la vida para poder ser feliz”, la resolución y punto de partida para el disco, correspondiente a la Premeditación. En Disimulando brilla la mencionada aleación entre el sonido de vanguardia y la música tradicional, pues a pesar del recubrimiento electrónico, en la canción se adivina el dejo español y entre aquellos sintetizadores suenan las castañuelas. Cuán brillante ejercicio y ejemplo alentador de la posibilidad todavía existente de experimentar.
El disco visita la oscuridad en más de una ocasión, nos presenta la Nocturnidad con canciones que son trampas a lo largo del camino, y en las que las distorsiones texturizan y se adueñan de las melodías, juegos tan impactantes como Crepúsculo y su recreación de los truenos en una tempestad. Sin embargo, las bases electrónicas no alcanzan a ser tan tenebrosas como las palabras dolidas de Ana, convertida aquí en una poderosa hechicera que maldice a su verdugo, “Que los cuervos te saquen los ojos, las águilas el corazón, las serpientes te arranquen las entrañas por tu mala condición” y el conjuro se repite en Carretera secundaria, donde niega el perdón, suyo y el del cielo, y en la aún más evidente Ojalá estuvieras muerto. Estas canciones, sumadas a la imagen de La Bien Querida, desde el peinado hasta sus vestidos, crean un halo de misterio tan potente como el que años atrás habría acusado a Stevie Nicks, vocalista de Fleetwood Mac, de ser una bruja.
En otros momentos, la niebla se dispersa y el viaje se aliviana, Música contemporánea es el puente en los ambientes del disco, con una letra que sin dejar de ser críptica, insinúa el baile y esconde quizá, el manifiesto de todo el disco: “Ponme algo de música contemporánea para bailar, de líneas y trazos contrarios, con rutas en diagonal”, exactamente lo que ha venido sucediendo en Premeditación, Nocturnidad y Alevosía. Vueltas perpetúa entonces el guiño bailable, con una estructura circular y hasta de ronda infantil, que en su estridencia deshace la oscuridad y visita un paisaje iluminado, uno que el disco sostiene hasta las últimas piezas, “Y escapar de los malos pensamientos, en el plano físico y en el plano astral” anuncia Geometría Existencial a modo de despedida, como si esta película de suspenso pudiera tener un final feliz, pero siendo un disco no tendrá final, se mantendrá oscuro pero espléndido, tan fuerte en conjunto y singularidad,
que sin duda resistirá la prueba del tiempo.
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