Hace poco Pamela Rodriguez presentó Una Herida Hecha Luz, una sesión de estudio desnuda de cuatro canciones reveladoras en la que se hace acompañar de una guitarra acústica y un piano para entonar composiciones que surgen de una desilusión amorosa, irónicamente lanzado el día de San Valentín. Como hiciera Björk con su fabuloso Vulnicura, Rodriguez empuña su pluma y su guitarra para contarle al mundo lo que se vive en momentos de separación.
En Una Herida Hecha Luz, Rodriguez destapa sus cartas sobre temas como la duración del amor, los instintos humanos y el dolor infligido con algo de crudeza y líneas cantadas en primera persona que se adhieren a una corriente universal de la cual todos hemos bebido en algún momento: "Le dice eternidad, quien no cambia de estación", "correspondemos a llamados tan primitivos", "El paso se hizo laberinto. El laberinto la tendencia. Una tendencia hecha para matar, porque el dolor se hizo habito".
Estamos ante un documento relevante para la carrera de Pamela, marcando su regreso a la música después de muchas aventuras por fuera de esta faceta que le resulta tan natural. Después de su cover castellanizado de I don't wanna grow up de Tom Waits, extrañábamos su profunda y delicada voz entonando piezas tan emotivas y entrañables como estas.
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