A dos años del estreno de Mena, Javiera sorprende con un
videoclip que ha debido realizarse hace ya un buen tiempo. Si bien Luz de
piedra de Luna es una de las mejores canciones en su disco, la artista, que como
deidad actúa en formas misteriosas, ha seleccionado tres canciones menos
luminosas a modo de sencillos promocionales, opacando ésta y otra canción
igualmente valiosa, Sufrir.
La desilusión ante la indiferencia con las joyas del álbum
iba en aumento con la realización de cada videoclip, la falta de calidad y respeto
por el imaginario que plantea Mena ha ocasionado una limitada difusión de su
trabajo. Todo parecía perdido hasta el anuncio, meses atrás, de la realización
de un videoclip para Luz de piedra de Luna bajo la dirección de CANADA, un
colectivo cada vez más popular por la elaboración de histriónicos videos para
artistas internacionales como Scissor sisters, Oh Land y White Lies y en
español para Christina Rosenvinge, La Bien Querida, El Guincho y Pegasvs.
De hecho, gracias a estos últimos, fue posible el contacto
de Javiera con CANADA y así la esperanza volvió a posarse sobre el destino del
disco, y aunque el videoclip está lejos de ser una de las producciones más alucinantes
dentro de la marca (probablemente por cuestiones de presupuesto) logra estar a
la altura de la pieza musical.
Recortes de revistas vintage, la silueta de Javiera, cabello
en movimiento y un primer plano de su rostro, son los elementos de los que se
vale CANADA para llevar a cabo un imponente videoclip. Aunque poco antes de la
mitad la secuencia se hace monótona, los primeros minutos logran impactar por
la perfecta sincronía del avance de imágenes con el ritmo de la canción. En los
créditos se advierte que esta producción ha de clasificarse como gif animado en
vez de videoclip, lo que explicaría la abusiva repetición de efectos.
Cabe mencionar que Javiera luce hermosa, maquillaje y
vestuario hacen honor a los rasgos de esta chilena, ícono de la música
independiente en Latinoamérica y quien cada vez más acerca su imagen a la de
una diva pop, claramente inspirada por dos de sus artistas favoritas: Lykke Li
y Little Boots. De esta manera, su actitud frente a la cámara es cautivadora y
aunque es factible afirmar que la canción se presta para una mejor
conceptualización, este experimento tiene su gracia y no es del todo aleatorio pues
responde al universo de metáforas e imágenes contenido en las líricas de Javiera
Mena, a la avalancha de sensaciones que llegan a nosotros cuando se cruza el
amor en la pista de baile.
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