Abordar a Juan Cirerol para un medio como el nuestro es una tarea un poco complicada. Desde el punto de vista antropológico, esta es una intensa y segura fuente de conocimiento sobre una situación particular en México. Pero más allá de esto, del iconoclasta, del artista sin tapujos, del fenómeno de la música independiente y de una persona del común que afila su guitarra y su armónica para entonar trovas frías o cálidas (dependiendo de la percepción del oyente).
Cachanilla y Flor de Azar, como lo mencionan en una entrevista que ahora está pérdida en la web, es algo así como el cierre de la etapa oscura de este popular cantautor. Dos discos previos lo pusieron en el mapa, Ofrenda al Mictlán (2009) y Haciendo Leña (2012), esto sin contar sus lanzamientos inéditos que se encuentran de igual forma diseminados por el ciberespacio. El tercer lanzamiento de Cirerol mantiene el espíritu punk y el temple folk-norteño de sus previos, una colección sucinta de composiciones que parecen inagotables en temática e intención.
La parte racional de todo este asunto de percibir la música nos lleva a juzgar los contenidos de las canciones; la emocional nos plantea varios puntos de estación, desde picos altos y cachivacheros, hasta esos que te llevan de golpe a la depresión. Tal vez la primera vez que escuché esta placa el mundo no conspiraba para que percibiera más allá de la oscuridad que arropa las canciones de Cirerol, ese sabor a noche de excesos en la que todo vale madre, como dirían en México. Luego de varias escuchas uno le agarra la onda y comienza a disfrutar de la simplicidad y se olvida del raciocinio.
En Cachanilla y Flor de Azar vemos un nuevo autorretrato sonoro del artista, del cantautor. La experiencia la resumo en una canción que podría erizar a más de uno. Se trata de Ahí te va llegar el cheke, la cual se extiende por más allá de seis minutos de trovas que hablan de la personalidad del autor, en momentos siniestra, poniendo en el mismo plano las relaciones entre el amor, el sexo, las necesidades de expresión y el uso de metanfetaminas (muy al estilo Breaking Bad), tapujos a un lado y lo que tenemos es el cuadro escueto y diáfano de Juan Cirerol, desde la introducción dicharachera en Eso es Correcto Señor (Yo Vengo de Mexicali) hasta las confesiones pesadumbrosas del fantástico track de cierre Hablando de Daisy.
Descarga: Cachanilla y Flor de Azar
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Perfectamente descriptible esta reseña! eso que menciona el tercer párrafo es la mejor expresión dada de parte de nosotros los escuchas. Es VERDAD eso se siente.
ResponderEliminarEl link ya no funciona... Podrias arreglarlo por favor
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