Hace poco una canción se me quedó pegada al cerebro como placa de metal para proteger su contenido. Repetida muchas veces como para convencerme de su poder en mí, me hallé como loco nuevo buscando información sobre la culpable de tan buena composición. Al principio no lograba identificar si era hombre o mujer quien cantaba (deben ser los speakers), el parecido inmediato con la voz de Alejandra Guzmán no me asustó en lo absoluto, solo me hizo pensar que si esa mujer que goza de algún reconocimiento mediático, se hubiera enfocado en su carrera, tal vez, algún día hubiera alcanzado a crear algo tan sincero y cristalino como esta carta de presentación de la venezolana Nana Cadavieco.
No hay es una canción que se pasea elegantemente por el sendero de guitarras distorsionadas bien marcadas, con una voz agresiva y llena de actitud que se abre paso por estas notas rudas tambaleando en el precipicio del negativismo para dejarnos en un punto totalmente opuesto, desvirtuando toda primera intención, llenando la oscura composición de una gracia y luminosidad abismal. La parte audiovisual ilustra perfectamente este concepto, Nana en un columpio que se suspende por obra y gracia del viento siendo acechada por peligrosos objetos o abismos creados por el plano de la cámara.
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