Lo nuevo de la joven banda
peruana Suerte Campeón se ubica en
el cruce de muchos caminos. Una mezcla de emociones y sentimientos que en su frontalidad
se vuelve uno de los retratos más sinceros acerca de la juventud en las grandes
ciudades de América Latina, algo que se intuye desde el título de
la producción. Bien se le podría denominar como la versión rock de aquel “llorar
en la pista de baile” que nos suelen brindar otros géneros musicales.
La Edad No Me Deja Pensar es una colección de historias sobre
autodestrucción a todo volumen y esperanzas en perfil bajo, una especie de exorcismo
en clave indie rock y emo que bien puede convertirse en el dedo en la herida o
el alcohol que la cicatrice.
El sentido del humor de la banda
(¿o quizás descaro?) se hace notar desde la primera triada de canciones sin
contar la breve intro. La primera, Mala
Suerte Campeón, suena tanto a una declaración de principios como a burlón autodesprecio,
dando un inicio festivo a gritos de “Todos
los días pisas mierda / todos los días te caga una paloma”. Las dos
canciones siguientes manejan cierta similitud de contenido, redondeando la
representación de una juventud que lo tiene todo y al mismo tiempo se siente
vacía (nótese aquel “acabo de chocar el
carro de papá / me va a matar la la la”).
Cambio de rumbo se da en la segunda
triada. La Flor adopta el rol de
balada con algo inocentes referencias románticas a mariposas y flores, siendo
el momento de mayor calma hasta el momento. Rayo
Lento es indie rock de sonido y letra esperanzadora (“Rayo Lento, buen amigo / no dejes de sonreír”), un buen punto de
contraposición al rol central que ejerce La
Edad No Me Deja Pensar, canción que escala rápidamente hacia aquel llanto
ahogado propio de toda confesión. Quizás la canción más dura en el disco.
El lado B mezcla ambas facetas que
la banda previamente expuso, pasando de canciones sobre el mundial de futbol hacia
traumas familiares como si se tratara de un salto de tema en una conversación
de amigos cercanos. Mención especial merecen canciones como No Es Tan Fácil Dejar Todo Atrás como
otro momento de confesión desgarradora y Consumir
Porquerías, un lapso de lucidez que en su última línea nos otorga el
momento más real de la producción (“por
favor, perdóname”).
Si Carolina Durante este año se convirtieron en los chicos lindos de
la escena rockera iberoamericana, Suerte Campeón representa a los olvidados,
aquellos que no tienen frases ingeniosas para cada situación pero que terminan
cubriendo de humor sus fatalidades para poder sobrevivir. Aparte, si tomamos en
cuenta que estamos en una época donde un gran número de proyectos jóvenes
parecen preferir crear “moods” en vez
de atreverse a explorar directamente lo complejo en las emociones humanas, lo
nuevo de la joven agrupación peruana es aquel tipo de despertar que muchos
buscamos en la música contemporánea, lo cual lo convierte desde ya en, por lo
menos, uno de los discos peruanos imprescindibles para el presente año.
No es una obra fácil a la cual enfrentarse,
pero en su brutalidad hay un pequeño espacio para la culpa y miedo,
otorgándonos la empatía necesaria para por momentos pensar“same, Amigo”.
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