lunes, 9 de diciembre de 2013

Andrés Gualdrón y Los Animales Blancos - Ciervo de Dos Cabezas (2013)

Andrés Gualdrón es uno de los músicos llamados a remover las desgastadas estructuras del Rock colombiano. Con su anterior disco, casi que en solitario, logró despertar la curiosidad de muchos críticos y medios, aun basándose en un proyecto personal similar en intenciones al de su compatriota Julián Mayorga (con quien comparte el proyecto Bicicleta). Los caminos elegidos por Gualdrón lo llevan a experimentar con sonoridades más urbanas, difiriendo de la propuesta de Mayorga en la que la introspección es bandera. 

Gualdrón es un músico bogotano que hace música sobre esta ciudad, sobre sus problemas, su clima, su gente y sus desventuras. Clasificarlo bajo la etiqueta del rock local sería muy poco para este músico, y creo que no es la primera vez que hago referencia al estancamiento creativo que padecen muchos músicos de esta ciudad, incluso del país; Gualdrón y su equipo por suerte aprovechan la localidad como musa y son lo suficientemente arriesgados como para regurgitar su inspiración en un formato poco tradicional (El Ortodoncista). 

Ciervo de Dos Cabezas es el trabajo en el que Los Animales Blancos se consolida como la banda de acompañamiento de este músico; las colaboraciones imprimen nuevos sonidos y aventuras a la música de habitación, dándole un carácter ecléctico y en momentos distorsionado. Los ritmos en Ciervos de Dos Cabezas son difíciles de seguir, los fraseos al estilo callejero de Andrés son una particularidad de su propuesta, casi que no canta este hombre sino que deja salir su arsenal poético sin miramientos. La incursión de vientos y un guitarrista alocado refuerza un concepto como pocos en la escena colombiana.

En este disco, hay espacio para lo rítmico y onírico (Saturno), para las incursiones cadenciosas al lado del gran Eblis Álvarez (Meridian Brothers y Las Pirañas) en los interludios Muñekeburro; lo folklórico (Larvas, Dile a Mamá), todo envuelto por un manto de experimentación sonora. El concepto que cubre el arte del disco es premonición de trastornos y estados de ánimo varios; al final la sensación entre tanto experimento e interludio es que nos enfrentamos a un ciervo de más de dos cabezas, ratificando la idea de que la inclusión de nuevos miembros al proyecto de Andrés Gualdrón desencadenó una fuerza creativa que solo se pudo condensar en la forma de placa conceptual. 

Cerramos esta intervención haciendo una disección necesaria a una de las canciones claves del disco, Niño Enemigo, otra muestra de ruidos cadenciosos en función del oyente popular. La letra, haciendo referencia a una canción navideña: “papá, papá ¿dónde está el aguardiente, papá?, papá Pérez no lo trajo, será que ese man se robó la vaca, se gastó la plata o se fue a comer”, pone en primer plano hábitos nocturnos con un acento dicharachero y coloquial muy similar el explorado por Velandia y la Tigra… anunciando el vol. 2 de Los Animales cual emisora de barrio, esta canción pudo con mucha facilidad hacer el camino fácil al grupo con menos distorsión, algo que muchos colegas bogotanos hacen con éxito, instaurándose en el gusto del público con pocos riesgos, este tal vez no sea el caso de Gualdrón y su combo, y es por eso que se atesora el carácter heroico de esta propuesta, tal vez no estemos frente al salvador del ruido colombiano, pero al menos nos alegramos de tener un músico que libera sus ideas sin cálculos de éxito.   


Descarga: Larvas
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