Siguiendo el camino trazado por su álbum antecesor, Gepe escala en la búsqueda de un sonido que posiciona al folclor chileno dentro del espectro pop.
En esta ocasión, GP se levanta como una celebración a la cultura andina. En la naturaleza fue el sencillo de presentación, con el que el artista marca las principales diferencias de su nuevo trabajo: inclusión de bronces, simplicidad lírica e invitación al baile. Así, la canción se convierte en una oda a la diversidad, a la expansión de la cultura latina, coqueteando con ritmos tan lejanos unos de otros, la marcha chilena, el reggaetón y hasta la ronda infantil.
El corto tiempo de producción, alrededor de tres meses, no ha sido sinónimo de un producto descuidado sino genuino, con un mensaje directo. Bomba chaya es una de las piezas que evidencia esta naturalidad, con una intención ceremonial describe el pueblo suramericano como la tierra prometida. Platina y Con un solo zapato no se puede caminar son dos canciones hermanas que abren paso a la nostalgia y usan el ritmo andino como disfraz para la pena, evidenciando la concepción tan latina de encontrar en el baile y la fiesta, un exorcismo a la tristeza.
Y si de danza se trata, ahí está Bailar bien, bailar mal, donde junto a Carla Morrison, el artista habla con aparente ingenuidad sobre pasos de baile, mientras establece una metáfora a la vida, al goce de tenerla, más allá de lo correcto o equivocado en las decisiones.
Bacán tu casa es un tema que continúa el mensaje de amistad tan presente en la discografía de Gepe, habla de los espacios y las relaciones personales, como también lo hace en Fruta y té, una pieza adorable que relata un afecto que bien podría involucrar no una amante, sino una hija o una madre. Celebraciones al cotidiano, a la sencillez de la vida y la belleza del amor que crece dentro del hogar.
Ahora bien, además de espontaneidad y festejo, el disco expone una dualidad. Dejando atrás las canciones impregnadas de alegría y mensajes colectivos, aparecen otras que apelan a lo solemne e íntimo. Campos magnéticos es una canción que brilla dentro del álbum, un brillo que proviene de la tristeza. Es una pieza elegante, que habla del reencuentro y evoca el estilo compositivo por el que Gepe ha sido reconocido. Otra balada de peso es Un gran vacío, que se desprende aún más del decoro instrumental y deja al descubierto la melancólica voz del artista, volviendo a lo esencial, su guitarra y una letra en la que se está permitido lagrimear.
Es este el cierre de un álbum dotado de sinceridad, un ascenso en la trayectoria de un autor curioso, preocupado de vincular su experiencia y cultura a la música globalizada. Y así, como un último regalo, tras unos segundos de silencio, surge una canción secreta, la más personal, una despedida a ese alguien, que sin lugar a dudas con su abandono dio la bienvenida a la nueva etapa creativa de Gepe.
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