Cuatro años separan los lanzamientos de Le Parody, así como los de tantos artistas independientes que se mueven en una industria musical cada vez más etérea.
En cuatro años pasan tantas cosas que es inevitable sentir el cambio en las notas de esta intrépida autora. Hondo (2015) y Cásala (2012) respondían a los estados que atravesaban su composición. El primero como una mirada introspectiva al dolor y el segundo como una colección de historias cual soundtrack de una vida, todo elevado a la categoría de música tribal, con recursos orgánicos y sampleos heroicos.
En cuatro años pasan tantas cosas que es inevitable sentir el cambio en las notas de esta intrépida autora. Hondo (2015) y Cásala (2012) respondían a los estados que atravesaban su composición. El primero como una mirada introspectiva al dolor y el segundo como una colección de historias cual soundtrack de una vida, todo elevado a la categoría de música tribal, con recursos orgánicos y sampleos heroicos.
Hoy nos adentramos en Porvenir para constatar la consabida evolución de Sole Parody. Vamos curiosos de saber si estos sonidos nos llevan al futuro prometido o si sólo sirven como instantánea de estos tiempos convulsos. Afortunadamente, la escucha nos va develando más detalles que nos alejan de las preguntas de base.
Empezamos notando la duración de las canciones. Deliberadamente alejadas del formato de canción pop, y con títulos tan cortos que casi parece una ironía. Pero no, en Porvenir todo es intencional. La duración sirve para que en canciones como Plata Fina y La Puerta se libere todo el espíritu clubístico de Sole, como si estuvieran pensadas para una rave y no para una escucha pasiva de habitación.
El disco ha sido concebido como una experiencia en la que cada canción hace parte del viaje, una secuencia que va aunando beats, brillos, sintetizadores y sampleos, prestos para cualquier sorpresa o momento cumbre, que esta vez no reposa en las letras sino en esas explosiones de baile que parecían inusitadas en un disco de estudio.
Sin embargo, esto no demerita en absoluto las palabras con las que Sole da forma a las 8 canciones del disco. Desde el cortísimo anticipo de El Junco intuíamos que Porvenir poseía un poso poético y por consecuente una visión atemporal. "Tiene dos caras mi estampa / la suerte y el dolor / en la suerte pongo el cuerpo / y en el dolor la voz.", la escuchamos anunciarse en la introductoria Flores, desde donde se van desplegando canciones como poemas de una antología, ningún coro a la vista, pero sí una clara mira hacia el adorno, al uso concienzudo del idioma.
A lo largo del disco vamos encontrando frases como dichos ligados a la cultura popular: "Las alegrías que trae la noche, los que se duermen nunca las ven." y mi favorita, "Las palabras que se lleva el viento, las devuelve rotas la memoria.", como una pregonera de nuestra era Sole se dedica en este disco a liberarse y de paso liberarnos del yugo de la canción popular para dejarnos con nuevos valores y frases memorables.
Porvenir cierra con la única canción que podría aspirar al formato de canción formal. Europa condensa esa búsqueda que nos trajo de vuelta a una de las mejores exploradoras de la escena independiente iberoamericana, como una fuerza pujante que responde con claridad a las demandas del ahora pero que labra con tradición y empeño las palabras para forjar un futuro que lejos de ser una promesa brillante, sea una época de claridad y muchas pistas de baile donde enterrar nuestros rencores.
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