Es difícil pensar en el indie
latinoamericano de mitad de década sin la presencia de Odio, aquel disco de explícito espíritu adolescente donde angustias
y dudas existenciales eran exorcizadas gracias a las melodías pop de Planeta No. El tiempo pasó y fuera de
presentaciones en vivo se ha vuelto cada vez más difícil conocer que sucede con
los procesos creativos de la agrupación chilena, razón por la que Raro, su más reciente EP, debería rendir
cuentas sobre el tema.
Curiosamente este nuevo EP ha
logrado todo lo contrario, nos deja con más preguntas que respuestas; como si
aquel ya mencionado espíritu adolescente estuviera en una fase de autodescubriento
o con ganas de disfrutar el momento. Me
voy pa mi casa y Sudaba abarcan
ritmos contemporáneos en plena tendencia, la primera es una reinterpretación
relajada del género urbano mientras que la segunda combina dancehall y pop de
manera similar al Drake de unos cuantos años atrás. Peligro, canción
que nos sorprendió el año pasado, es la más creativa de la producción gracias a
su visión moderna de la lambada, siendo contraposición a Cada tarde es la última tarde, la más cercana en estilo a las baladas
que recordamos de Odio.
A primera escucha se hace notorio
un carácter más extrovertido y curioso en este nuevo conjunto de canciones. El
estudio y coqueteo con el pop moderno ha hecho que Planeta No se convierta en
una banda especialista en componer hits de breve duración (solo una canción
supera los tres minutos), no desperdiciando tiempo al momento de desarrollar
sonido y mensaje. Sin embargo, Raro es una producción que le hace mérito a su
nombre, dejando una sensación aún misteriosa sobre cuál es el rumbo que la
banda tomará a futuro. Tras casi media década del lanzamiento de su disco debut
tenemos un EP que parece ser la exposición de inquietudes musicales antes que
aquel trabajo que termine de consolidar a Planeta No como proyecto. Da la
impresión que Raro puede ser mejor juzgado a futuro, cuando sepamos exactamente
qué rol ocupará en la historia de la banda.
Por el momento se agradece el
goce instantáneo pero no creo que logre cubrir nuestras expectativas por media
década más, a este paso la escolar en la portada de Odio será una madre
poniendo la alarma temprano para irse a trabajar.
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