Kali Mutsa comparte créditos en producción con los genios Pablo Stipicic & Erasmo Parra para su nueva aventura musical, un EP inspirado en el físico Franz Mesmer, pionero de la medicina espiritual durante la revolución francesa. Aquí, los recursos sonoros de cada tema aseguran un viaje en sí mismo, un universo por descubrir recubierto con la mística nómada que ha acompañado la propuesta de la chilena desde sus inicios. Seis canciones exuberantes que no se contienen en sus intenciones de llevarnos a la pista de baile, o simplemente de enamorarnos (más) de un personaje proveniente de otra era que tiene la mira siempre puesta en el futuro.
Interestellar es el vivo ejemplo de nuestra profecía. Una introducción digna al universo musical de esta artista en la que los beats, los sinthes y un dramático tinte sinfónico nos llevan de paseo por los confines del espacio en búsqueda de la esencia del ritmo, la cual termina siendo la cumbia más mística que hayamos escuchado en la voz de Mutsa, de ahí en adelante los sonidos se entremezclan y continuamos el paseo con la sensación de navegar por el vacío prendados de sonidos selváticos.
Su compatriota María Magdalena se le une en la rimbombante El Ojo Interno, una incesante cama de ritmos convertida en declaración de amor terrenal con intenciones celestiales. Los ecos electrizantes de esta composición nos dejan elevados, con el firme propósito de continuar el viaje. Luego llega una de las grandes destacadas del conjunto, La Casa es Negra con todo el poder del dembow caribeño, una mezcla explosiva que revive las historias de imperios antiguos que siempre han hecho parte del imaginario Mutsiano, percusiones y sampleos provenientes del oriente de otro tiempo y una contagiosa base de ritmos que no deja indiferente a nadie.
El viaje se vuelve un reto, como si llegáramos a tierras pedregosas, con Wakan Tanga, una canción violenta en toda regla que de alguna forma logra introducirnos nuevamente al personaje de Kali Mutsa, una caja de sorpresas encerrada en una caja de ritmos palpitantes. El track de cierre, la curiosa Sanpaku toma sampleos de series anime y los mezcla con kuduro y una amplia gama de sonidos de oriente, sincretismo en toda forma.
Justo antes de cerrar nos encontramos con la joya de la corona Mesmer, Erotomaniac. Una canción que nos devuelve las letras cuasi-cristalinas de Mutsa. Consciente de su entidad divina, Kali se topa con un amor terrenal temeroso de sus poderes eróticos: “Quiero protegerte de mi amor visceral / siempre tengo en cuenta de que tú eres normal. / Tú No me tengas miedo yo me sé controlar / pero sé que un día todo mío serás”. “De amor morí” la escuchamos repetir en ecos mientras nos acercamos a un cierre coherente con el espíritu enamoradizo que profesa, arreglos preciosos entre sinthes, ecos melodiosos y una salida suave que nos derrite desde la primera escucha.
En paralelo con las corrientes contemporáneas, Kali Mutsa va llevando su discografía por rumbos muy poco explorados en la música alternativa latinoamericana. Los discos de Kali siempre se pueden apreciar con oídos de explorador, internarnos en su obra es un ejercicio de investigador que sobrepasa los límites de la canción popular tradicional y también los de la música de baile, las obviedades nunca han congeniado con esta mujer y con Mesmer se ha asegurado de llevar sus canciones al siguiente nivel.
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