martes, 6 de octubre de 2015

Sara Não Tem Nome - Ômega III (2015)


¿Recuerdas cuando fuiste adolescente? Cómo esa visión del mundo no salía de su zona de proximidad, entre el egocentrismo, los descubrimientos, los cambios físicos, los choques con el sistema y la crudeza de las heridas que cosecharon los traumas que te hicieron adulto (amargado o feliz). 

Sé que me he puesto muy denso con esta introducción, pero es lo más cercano que puedo sentirme a este disco que intento presentar. Sara Não Tem Nome tiene ahora 23 años y lleva escribiendo canciones desde los 14, muchas de ellas hicieron su flamante aparición en este álbum titulado Ômega III. Entonces, no es difícil imaginar que muchos de esos recuerdos de adolescencia afloren cuando escuchamos a Sara pidiendo ayuda en una de las canciones del disco (Ajude-me), diciendo que no habla otras lenguas, pero escucha voces; la canción es una de las más cortas del disco y uno de los pasajes más introspectivos del conjunto. Acá no hay filosofía que valga, estamos ante cuadros psicológicos familiares, interpretados con delicadeza y dulzura.

Sara, una sensación del Youtube, afirma haberse tomado su tiempo para grabar este disco hasta sentirse bien con ella misma. Yo la descubrí hace un año aproximadamente por una recomendación bienaventurada y desde entonces estuve a la espera, siguiendo los pasos de la joven artista sabiendo que sus canciones tendrían la forma y la fuerza necesaria para sustentar su enigmática presencia. El resultado me ha tenido dando vueltas varios días, recordando, descubriendo, analizando mientras me dejo llevar por los vaivenes acústicos y eléctricos de sus canciones.

En Ômega III, Sara no tiene miedo de la instrumentación. En lugar de armar un disco enteramente acústico en la línea de sus entregas en vídeo, se armó muy bien de arreglos y acompañamientos, dándole forma y sentido a la placa. Esta chica sin nombre tampoco le teme a sonar contemporánea, guardando referencias con sus compatriotas Cícero y Thiago Pettit, Sara viste sus composiciones de estilos que limitan el folk y el rock, mientras su voz la va ubicando en el podio de las revelaciones de la suavidad brasilera.

Todo el encanto de Sara da para olvidar por momentos lo trágicas que pueden llegar a ser sus letras. En Carne Vermehla la escuchamos refiriéndose a la impotencia que sentimos cuando enfrentarnos la crudeza de la ciudad, mientras que en Solidão se vale de unos violines (estratégicamente ubicados) que igual nos sumergen en la calma y nos dan la vibra adecuada en momentos de soledad, de esas canciones que saben condensar a la perfección un sentimiento universal.

La homónima del disco es también su pieza central. En ella escuchamos a Sara meditando sobre la vida de los peces y haciendo paralelos con la de otros animales como el hombre. Estos retazos de melancolía que surgieron cuando leía a Schopenhauer, vienen revestidos por una aparente calma ambiental que pronto desemboca en un post-punk envolvente que nos saca de un estado latente de contemplación. Un resumen de la experiencia de este disco. Sorpresas como esta están a la orden del día, siempre dirigidos por la delicada voz de Sara, entonando pesares que nos llevan de paseo por nuestros recuerdos de adolescencia traumada.

Si hemos de resumir esta experiencia en palabras, Ômega III es el más cristalino retrato de una era turbulenta con la claridad de quien se puede ubicar algunos peldaños por encima, y como pocos, un brillante debut.


Descarga: Ômega III
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